Te anulan, te humillan, te lastiman y te envenenan. Vienen del pasado, pero viajan al futuro. Callan tus ilusiones, tus motivos y hasta tus sueños. Se agarran a tus pasos, oscurecen el camino y se clavan en tu alma. Los miedos te atrapan de mentiras, de apariencias y de artificio. Viven en tus dudas, en la soledad y en la desesperación. Te insisten, se resisten y difícilmente se marchan. No te dejan, te machacan. No te hieren, te matan.
A no ser que hagas por correr hacia ellos, con el corazón en la mano y la intención bebida en coraje. Dejar de estar quieto, cruzar tu propio límite, atreverte sin respeto. Saltarse las reglas no escritas que dicen que huyas, perderles el respeto. Que seas invencible para ellos, que con tus actos parezcas orgulloso, que los busques para desarmarlos, que los desmontes con tus propios brazos. Que los ahogues con actitud y los muestres en multitud. Que los silencies a gritos de certezas y los abandones a su suerte. Que tiemblen ante tu semblanza, que rueguen por su sombra, que suspiren por su muerte.
Que escapen los miedos por tu venganza, por tu hambre de vida y tus ganas de mundo. Que respiren tu valentía, tus valores y tus hazañas. Que sientan tu palpitar profundo, la bravura de tu corazón dispuesto a reinventar el infinito. Que no atrevan a mostrar su rostro, engullido por la fuerza de nuestras decisiones, intimidado por la bondad de nuestra esperanza. Que se rindan exhaustos ante nuestra locura, que pidan perdón con ternura, que supliquen su último tiro de gracia.
Que la pasión los desborde, que la tentación los desnude de vergüenzas, que la intuición los naufrague en océanos innobles, que nuestro honor los deshonre. Que sientan vértigo al saltar a nuestro precipicio. Que la lógica los inunde de emociones y nuestra intimidad de secretos. Que se pierdan en el desierto de las razones, contando los días de soledad, las noches en vela y el frío que se cala.
Te toca apagar los temores, con acción, con amor, con esmero. Prometiendo al futuro un presente mejor, viviendo los momentos y curando los instantes de recelo. Retando tu sombra, desafiando tu ego. Jurando al miedo no tenerle miedo, observando sus ojos, juntando tu rabia, mirando al horizonte y eligiendo ser tú hasta lo eterno…