Acaba con tu egoísmo porque es mentira. Termina con la creencia de pensar que tú eres únicamente tú, porque influyes decisivamente en personas que ni conoces. Deja de creer que tu vida es para ti y que nadie depende de tus actos y de tus palabras. Habitas un universo con conexiones infinitas, donde una acción tuya puede trastocar la existencia de cientos de almas, y ahí permaneces, tumbado, como si nada, sin aspirar a ser genial cada minuto de tu vida.

Siente la emoción de quien admira tu sonrisa. Observa la luz que llega a su día con tu gesto amable, con un abrazo a destiempo o con un beso descuidado. Presta atención a los detalles de sus movimientos después de que le regales tu tiempo, tus mejores letras o tu ejemplo de lo ocurrido. Permanece cerca cuando sus pupilas ardan en pasión a través de tus versos, cuando su voz se rompa repitiéndose tus ánimos en su guerra, cuando su instante tenga sentido gracias a tu impulso.

Traspasa la línea convencional de lo que se puede y lo que no, arriesgando tu vergüenza para salvar a quien siquiera sea posible, gastando hasta el último suspiro de tus fuerzas en todo aquel que quizás ni lo merezca. Sorprende con el perdón para que otros puedan ser libres, pues en los desafíos difíciles se halla el mejor de los aprendizajes. Ama sin mesura sin esperar la consecuencia, a pesar de los pesares, que no vivimos para ir midiendo recompensas. Atreve los sentidos a inundarse de tentaciones, que la duda maltrata aún más que el fallo.

Gana tu lugar en la eternidad, pues el cuerpo muere, pero no tu legado. Permanece en el cosmos de la mejor forma posible, a través de tus hazañas, como cualquier héroe quisiera que le recordaran. Hazañas que igual no quedan escritas en papel, sino en los corazones de los que directa o indirectamente te conocieron, a través de tus labios, del eco de tus trazos o del murmullo de tus hechos.

Lucha por ellos, sin descanso, matando los miedos. Que tu responsabilidad es una oportunidad que no debiera ser desperdiciada. Que el honor es empezar por los demás, ganar batallas al vano orgullo, enterrar banderas que dividan, ser valientes, aventureros con el destino, altaneros con la conciencia y soberbios con la pereza. Haz que miren su presente a través de tu pasado, que inventen el futuro para cuidar a su vez de otros, que acompañen con cariño la misión de aquellos bellos desquiciados que optamos por mantener a flote la fe del mundo en el propio mundo. Haz que entiendan que ellos no son solamente ellos, que son también los demás, como gotas esenciales de un océano inmensamente conectado donde todo es importante…