Aceptación

Tenerte a ti…

A lo mejor lo que deseas no es por ti, sino por todo lo que has visto. A lo mejor tu pensamiento no es tuyo, ni tus gustos, ni tus vergüenzas. Quizás son el resultado de tus vivencias, de tu entorno y tu experiencia. Quizás viven en ti, nada más, tan sólo porque un día se asomaron a tu vida. Puede que aprendieras para desaprender, que te rompas para volver a ti, o que ames para que sientas. Igual lo de menos es el resultado, lo que ocurra, lo que pase. Igual lo importante es que estés allí, poco más, tocando el instante, aunque aún no lo entiendas.

No son nuestros los objetos que pudieran poseernos, ni las personas, ni el destino. No son nuestras casas, sino el lugar que ocupamos aquí. Ni nuestra pareja, pues debieran ser sólo de sí mismas. Ni los amigos son tuyos, porque marchan, ni los días, porque no vuelven, ni el futuro, que no se toca. A lo mejor tus sueños son una forma de seguir motivado y tus locuras la manera de continuar sonriendo. Quizás no tienes mucho, quizás nada, y nos negamos a creerlo.

Tuyas son las quejas constantes que te hieren, quedarte quieto en una esquina. No es tuyo el miedo pero sí esconderte tras él. No son tuyas las preguntas pero sí las respuestas. Ni es tuyo el horizonte, pero te pertenecen tus pasos. Ahora uno, después otro, otro más. Dejar atrás cada huella, que tampoco son tuyas. Que no te enteras. Que tuyo es el gesto, no lo que dejas. Que tuyo es el momento, no lo que queda.

Es tuyo el esfuerzo, el coraje, la nobleza. No son tuyos los temores, las dudas, las apariencias. Unos los eliges, los otros te los encuentras. Son tuyos los besos que dejan escalofríos, los abrazos que te rompen, las caricias que te elevan. No son tuyos los lamentos, tus terrores, tu pereza. Los primeros te ganan, los segundos te vencen. Unos se viven, los otros te matan.

Acepta lo que habita en ti para cambiarlo. Acepta lo que no puedes cambiar para soportarlo. Acepta que el mundo son dos días, y que el tiempo no te pertenece. Ni tampoco la tierra, ni las banderas, ni las normas con las que creces. Que tan solo vives ahí, justo eso, hasta el día en el que desapareces. Que nada es tuyo, excepto tú, y que eliges lo que haces. Ni tus pensamientos, ni tus sensaciones, sino tus intenciones. Ni tus ideas, ni tus sentimientos, tan solo tus acciones.

Quizás ni mis letras sean mías, sino vuestras, que para eso las provocáis. Ni mi tiempo es mío, sino de quien lo ocupa. Yo nada más quiero mis instantes, mis momentos, esos sí son míos, porque elijo elegir, ante todo, y quedarme sereno. Que quizás no se trate de vivir intensamente, yo que sé, sino de vivir extensamente, ya ves, todo aquello que dependa de ti, o lo que venga a ti, qué más da, quién sabe. Igual lo importante no es tener demasiado, apenas nada, excepto tenerte a ti, y con eso baste…

 

 

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