Tengo un amigo que calla más de lo que habla, que lucha más de lo que dice y que siente más de lo que piensa. Tengo un amigo que se atreve con todo, que hace la guerra en silencio y que batalla hasta el infinito. Un héroe de lo imposible que cuenta los días para su primer Ironman, 3,8 kms a nado, 180 kms a bici y 42 kms corriendo, y eso el mismo día. Un ejemplo más de locura de un cuerdo cualquiera. El desafío a los que dudan de que las cosas más impensables pueden ser más que posibles. El reto de un entrenamiento diario en contra de la pereza, de la vergüenza, de las dudas y del camino marcado. El ejemplo perfecto de un trabajo constante y bien hecho, jugando a la vida pudiendo hasta perderla.

Lo conozco desde pequeño, educado, formal, sincero y decidido. De esos humanos que no hacen ruido y que se instalan en tu alma. De esos capaces con lo que se propongan y que evidencian la absurdez de nuestras propias excusas. Un ser libre que elige serlo y parecerlo, con las cosas claras y los sueños intactos. Un tipo genial, cercano, enamorado de la vida y de llegar aún más lejos. Alguien capaz de negarse a aceptar un límite, con horizontes increíbles en cada pedalada de su existencia.

Hace tiempo que le debo estas letras. Por la fe que demuestra, por la motivación que me genera y por sencillez de sus pasos. Por los momentos vividos y los instantes que están por llegar, por los años en los que crecimos y por los veranos que disfrutamos. Por todas esas historias incontables que nunca caerán en el olvido, por las risas y las emociones que coleccionamos entre todos los amigos. Por los viajes que hicimos, los abrazos y las despedidas. Por eso hoy quiero dedicarle este escrito. Palabras que sirvan para honrar la siguiente hazaña que se propuso hace tiempo y que volverá a terminar superando. Un abrazo Anibal