Hay que ser muy valiente para ponerse delante de un desconocido, desnudar tu alma y mostrarle tus secretos más oscuros. Hay que ser muy noble para permitir que alguien entre en tu pozo y pretenda encender luces para alumbrar el camino hacia la salida. Hay que ser muy honesto para confiar tus miedos con la esperanza de que desaparezcan. Hay que tener mucho honor para volver cada semana, mucha inteligencia para mirar a largo plazo y mucha actitud para hacer lo que te dice. Hay que ser muy cuerdo para reconocer nuestro punto de locura, y muy humilde para aspirar a tener un sano orgullo. Hay que ser muy fiel a una idea, y debes tener mucha fe para no rendirte. Hay que ser muy humano, muy digno y aún más fuerte.

Admiro profundamente a los que deciden dar el paso y dejarse ayudar. Compartir el esfuerzo del camino con alguien que ya lo haya recorrido y sepa de sus piedras. Esos que enfrentan sus temores con acciones y desafían al destino a que los detenga. Inundar de emociones tu vida y de todo ver algo positivo. Aprender a equivocarse y acertar con el tiempo.

No es sencillo estar preparado a conocerse, recorrer los pasillos de tu mente y terminar por aceptarse. No es fácil luchar con tu propia conciencia, dejar de creerte lo que piensas y decidir sobre lo que haces. Acostumbrar a dejar de acostumbrarte, reinventar tus hábitos y sonreír a quienes te juzgan. Empezar a respirar de verdad, notando el aire que te llena y agradecer cada bello regalo de la naturaleza.

Es de héroes darse una nueva oportunidad, abrazar la mera posibilidad de vencer tus días al desánimo, volver a tu esencia y tener la existencia que mereces. Es una hazaña volver del infierno, pero aún más hacerlo con una sonrisa, transmitiendo paz a los que habitan su propia guerra. Quizás la gran gesta de tu propia vida, negarte a la expectativa de lo que toca y dibujar el mundo que quieres. Empezar a convertir las intenciones en realidades, comenzando por derribar imposibles que un día nos creímos, demostrando que cualquiera entonces puede hacerlo. Hallar la serenidad en el reflejo de nosotros que vemos en los demás, quizás ese rostro bebido en coraje que le da la vuelta a todo para estar dispuestos a volver a enamorarse sí mismos al venir a mi consulta…