Aceptación, Compromiso, Humanidad

Si yo puedo tú también…

Muchas personas acuden a terapia buscando respuestas, otras quieren herramientas, formas de actuar diferente, explorar en el firmamento de los valores la manera de encontrar una serenidad a veces esquiva. Algunas esperan perdonar el pasado, empezar a resolver las cuestiones inconscientes que atrapan el presente. Muchos hablan de miedos, de dudas, de penumbras, de expectativas que jamás se cumplieron, de mentiras que dieron por olvidadas en su alma. Otros expresan ansiedad por el futuro, las normas, los quebraderos de cabeza para descifrar un mundo que carece de libro de instrucciones. Y todos vienen con su sombra entre las manos, anhelando soluciones que imaginan que tengo, escuchando desesperados mis palabras, buscando agarrarse a ellas, a veces como último gesto optimista.

Y la realidad es que no tengo pócimas, ni ecuaciones, ni enmiendas perfectas. No sé la manera de empezar de cero, de volver sobre tus pasos, de cambiar el cielo que vives ni el suelo que pisas. Desconozco otro mundo que el que respiras, ni las personas que lo habitan, ni los inviernos íntimos sé convertirlos en verano. Nunca supe colorear constelaciones ni poner música al silencio. Ni lo sé, ni quiero.

Me limito a contemplar la belleza de quien se expresa, al principio, abrazando inconscientemente el dolor que quien lo grita. Me dedico a desnudar el decorado de tu alma, buscando la esencia perfecta que me enamore, motivar mis ganas de caminar a tu lado. Busco emociones que no entiendan de razones, y razones para dibujar horizontes. Busco desafíos que reten tus posibilidades, imposibles disfrazados de certeza que se atrevan a luchar contigo. Quiero que no te creas, pero que seas creativo, que seas genial porque construyas genialidades, que seas artista de lo espontáneo y destruyas la pereza. No decido elegir por ti excepto que te elijas, ni espero que te acostumbres a acostumbrarte, pues es otra forma de morirse.

Y, con el tiempo, bajar al agujero desde el que lloras, permanecer contigo para que te despidas de los oscuro, tomarte del brazo, juntos, y caminar tentando los muros de la conciencia hasta dar con la puerta que abre tu mismísima existencia. Mas aún así no termina, pues el camino nunca concluye, ni quieras, que aprender es una forma de vida, una actitud vital que humaniza, una necesidad, un placer que eleva, una acción divina.

Y así construir juntos tu nuevo universo, fiel a ti mismo, auténtico, humilde, veraz, sereno. Y entender que nunca se empieza de cero, que las huellas de tus pasos son experiencia, que el cielo es tu límite y las piedras del camino los testigos de tu locura. Que respirar es un regalo, y la primavera siempre llega. Que el color se imagina y ya ocurre, y el silencio se disfruta. Que evitarse es quedarse quieto y la eternidad se alcanza cuando dejas de negarte. Negarte a saber lo que quieres, negarme a contemplarte orgulloso y dejar de contarte entre los excelsos ejemplos de mi intensa historia…

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