Todo empieza fuera, y se viene adentro. El tiempo es mentiroso, las horas se esfuman cuando permaneces haciendo lo que te gusta. Los días vuelan si el presente se vive. Los segundos te atrapan en lo eterno al inhalar el trago amargo de lo que jamás se elige. Los años son nada cuando creces y nunca acaban en la adolescencia. Las generaciones terminan al pensarla y los instantes perduran en tu espíritu si haces por recordarlos.

El futuro no existe, ni ocurre por ahora, ni siempre sucede. Morir no es seguro, pues dicen del cielo, otros del infierno, algunos son energías, otros se reencarnan, muchos no creen en nada. La palabra se disfraza, a veces de lamento, otras de secretos, muchas de misterio que aclaran poco.
La realidad no es una, son todas y ninguna. La personalidad cambiante, las creencias impuestas, las emociones heredadas. Los amores frágiles, la amistad condicionada, la honestidad extraña y el dinero el dueño. El mundo se recuerda olvidarse, las personas inhumanas, los líderes se esconden y la oscuridad la iluminada. El caos estable, la presencia invisible, la humildad vanidosa.

Nada parece seguro, excepto tú, amigo, tus valores, cuando aprendes, mientras amas, lo que hablas. Todo depende menos las sonrisas de niño, el momento que respiras, el arte de equivocarse, la magia de los sueños, tu ser creativo. Poco persiste, la pasión, las miradas, los imposibles que suceden, las sensaciones inesperadas. Quedan las impresiones, tus desafíos al destino, el cielo que es testigo, las ilusiones, la infancia.

Existe mucho más. El infinito, los agradecimientos, los abrazos, las sorpresas, los besos, la belleza que vive en el alma. Existe el fondo, las intenciones, superarse, conocerse, los amaneceres, los horizontes, la memoria, las verdades, la ternura. Y todo pasa, aquí, ahora, ya, cuando estás, mientras eres, cuando eliges, si decides.

Y si ocurre se viene el tiempo, las horas, los días, los segundos y los años. Y quedan las generaciones, y no terminan, y los instantes con sus recuerdos. Y llega el futuro, y se muere de vida, y el paraíso se toca, y se cree, y se crea. Y la palabra es cierta, con alegría, verdadera, visible, apasionante. Y la realidad es ideal, la personalidad es tuya, las creencias preferidas y las emociones merecidas. Los amores eternos, la amistad invariable, la honestidad constante y el dinero extraño. El mundo se perpetúa, los humanos personas, los líderes atrevidos y la luz cegadora. El caos distante, la presencia testigo y la humildad orgullosa. Y tu relato comienza de nuevo, pero ahora a partir de dentro, desde tu propio centro, siempre hacia fuera, como esos héroes que dan la vuelta a todo…