Aceptación, Humanidad, Inteligencia

Esquivar el Infierno…

Ha llegado la Navidad, una época perfecta para poner en práctica nuestras mejores conductas, eligiendo la más adecuada en cada momento. Puedes decidirte por el exceso, saciando de sobra tu estómago y quizás tu hígado, con la consiguiente resaca emocional y física que conlleva, o puedes elegir la moderación, ser consciente del presente y vivir con intensidad pero sin sustancias que alteren la conciencia de lo que habitamos. Puedes saborear los instantes que te depararán estos días, entre familia y amigos, por supuesto, pero te recomendaría que midieras tu euforia, pues ya sabes que el efecto posterior es proporcionalmente negativo. Cuidado con las expresiones exacerbadas, engullir la realidad con vanidad y no mirar por nuestro cuerpo y nuestra mente. No caigas en la pereza de unos días ociosos ni permitas oxidarte sin respirar aire libre. Haz deporte, anda, corre, vive experiencias, que la mayoría son gratuitas, sal al campo, escribe, juega, sueña los propósitos para año nuevo y proponte cumplirlos de forma seria. Ahora que tendrás tiempo, observa detenidamente tu entorno, aquel que necesita ayuda, alguien que precisa de ti y que con las prisas de lo cotidiano hayas pasado al lado sin darte cuenta. Y no sólo me refiero a gente cercana, familia, amigos, etc. Me refiero también a aquellos individuos olvidados que no pasarán Nochebuena delante de una mesa magnífica, rodeados de amor y buena compañía. Quizás es momento de ser agradecidos y devolver algo de lo que se te ha dado, arriesgarte a parar delante de una de esas almas sumidas en tristeza y regalarle al menos un gesto que ilumine por un segundo su cara.

Pretendemos construir una sociedad nueva, donde la sensibilidad sea bandera y las segundas oportunidades lleguen a todo el mundo. Suena ideal, utópico, pero no entiendo de vidas que no aspiren a serlo. El realismo es pesimista, y habitualmente no llega ni da nada bueno. Es por eso que tenemos que aprovechar la posibilidad que nos brinda el destino de cambiar las reglas establecidas, inventar un nuevo orden, comenzando por nosotros mismos, que implica no dejarnos llevar por la ancestral forma de hacer las cosas, si no nos convence.

Se harán un favor eterno. El que da más de lo que recibe termina obteniendo el mejor regalo posible, su libertad, pues así no depende de nadie. Cuando la expectativa se minimiza la decepción es menos plausible. Y cuando nuestro esfuerzo se multiplica, la serenidad nos inunda. Esfuerzo por no dejarnos caer, por valorar el instante, dejar volar nuestros sueños, amar sin medida, respirar el presente, dejar de evitar, de huir del pasado y provocar el futuro. Te harás entonces persona auténtica, pues aprenderás sin necesidad de haber estado en el infierno, ese lugar terrible donde algunos vivimos alguna vez, quizás el tiempo justo para venir a contarte la buena forma de esquivarlo…

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