Eres navegante de los mares de los miedos, capitán de tus actos y almirante de tus sueños. Eres tripulante del esfuerzo, pirata de lo humano y el dios de tu rumbo. En tu travesía rozarás la vergüenza de perderte, tormentas que te ahoguen y vientos que te acerquen a la muerte. Mas sobrevivirás, bailando las velas de tu suerte, rozando el cielo con tu orgullo, ese que jamás te detiene. Sonreirás ante el balanceo de tu nave, pues avanzas, llegando allá donde quieras, hasta el infinito, quizás más allá, donde el corazón te lleve.
Verás mil estrellas, la quietud de la noche y el susurro del aire que recuerda que nunca te confíes. Estudiarás los mapas con empeño, mas comprenderás que el mejor camino es el que no se sigue y se descubre con el tiempo. Necesitarás valor para derrotar los temores, la soledad, el desespero. Precisarás honor para no cesar en tu lucha y abandonar. No podrás dejar de otear el horizonte, porque más allá siempre espera una nueva aventura, y has de estar dispuesto a vivirla.
A veces tendrás compañía, a veces no, pero no dejes de estar contigo. No hay mejor amigo que llevarte bien con tu conciencia. Vive los momentos, los atardeceres en la proa, los cielos que te recojan, el Sol que te caliente, que el instante que se va no vuelve. Que la serenidad es una vigilia en alta mar mecida por las olas, sin lamentos. No dudes, respira, que el mundo precisa de ejemplos que héroes que naveguen aún más lejos, enfrentando con coraje su propio destino.
Abraza cierta locura, que la lógica acaba sin respuestas suficientes, y no hay desafíos cuerdos si son geniales. Despliega la mayor tirando de jarcia, que la brisa empuje tus fantasías hasta donde quiera, que el futuro es de las almas libres, y para eso el presente te espera. Siéntate a contemplar la belleza, las luces de tu entorno, las maravillas de la naturaleza.
Eres patrón de tus versos sin rima, poeta excelso de la mejor poesía, tu existencia plena, ese amor constante, de ternura exquisita. Por el mar, por tu barco, por la vida. Marinero con arte, navegante de las historias aún no escritas. Amante de la tentación de llegar donde nadie, conquistar tesoros que sólo el espíritu entienda, y volver para compartirlo. Eres la razón de mis letras, amigo, amiga, quizás también una carta a mi inconsciente, una promesa jurada que me obliga, puede ser, pues quiero que me dejes acompañarte, mas aguarda que vuelva de mi travesía errante…