«Artículo publicado en la Revista Nueva Ruta de Empleo, en el que colaboro cada semana…»
Hace unos días, con motivo del terrible suceso del avión de Germanwings, un amigo de Recursos Humanos de una gran empresa aeronáutica me decía que los psicólogos clínicos tendríamos que avisar a las autoridades en según qué casos, superando el código deontológico y poniéndonos en un brete respecto a la confianza que pudieran tener en nosotros los propios pacientes. Al principio dudé de la respuesta, casi me convenció, hasta que cai en la cuenta.
En mi experiencia en la empresa privada me encontré infinidad de veces casos de personas que no eran felices, que no estaban del todo bien, que a veces deambulaban y pasaban los días en sus puestos de trabajo. Se les intentaba hacer seguimiento, pretendiendo que salieran adelante, con la sospecha de la exigencia planeando sobre sus cabezas. En última instancia, y si el empleado seguía ausente, se le recomendaba ayuda psicológica externa, pagada, por supuesto, por el propio empleado, como buen profesional que se le suponía que era. A partir de ahí, lo hiciera o no, ya quedaba absolutamente marcado y etiquetado, tanto por la empresa, como por los compañeros, por ser alguien con problemas personales, con lo cual imaginen el ambiente.
Si algo he aprendido en estos años es que la gran mayoría de las personas necesitan y precisan de un apoyo terapéutico que nunca está de más ante cualquier circunstancia de la vida. Igual que vamos a un fisioterapeuta cuando tenemos una lesión, o ni siquiera sin tenerla, a un médico para hacernos revisiones o a un masajista para cuidar nuestras articulaciones. Pero hasta ahora siempre ha ocurrido que ese terreno pertenecía al ámbito personal del empleado, pues en Recursos Humanos no se entraba en ese tipo de problemáticas personales, siendo muchas veces, curiosamente, un psicólogo, el encargado de dicho departamento.
Cuando un empleado detecta que su empresa quiere que sea feliz, que se encuentre bien, que no es sólo un número más, el empleado suele identificarse mucho mejor con el objetivo común y con los compañeros, porque se entiende que todo el mundo es humano y puede tener, a lo largo de toda una vida, experiencias y sensaciones en la que precisen cierta ayuda profesional. Y eso ya lo saben multitud de empresas, sobre todo anglosajonas, que han reinventado su departamento de Recursos Humanos , incluyendo entre sus servicios la posibilidad de acceder a cierta ayuda terapéutica según sea necesaria.
Así pues, la conversación con mi amigo pasó de un polo a otro. De poner en duda el Código Deontológico de mi profesión a darme la razón en cuanto a las posibilidades de acción de un Departamento de Recursos Humanos ante una situación como la que se ha tristemente dado. Es hora de reinventar la empresa, hacerla más humana, entender que las personas pasan por muchas circunstancias vitales que les pueden hacer bajar el rendimiento, que pueden contaminar a los demás con su apatía, y que, ante ese problema, debemos actuar con la precisión y rapidez que merece el problema.
Por eso lo convencí para una experiencia en la que incluyera ese servicio en su departamento en el presente año, con la novedad, además, que en España sería pionero en ese tipo de acciones. Así ocurrirá, y me tocará a mi demostrarlo, porque la única condición que me puso fue que yo mismo me encargara de dicha intervención cuando sea necesario. Con lo cual me veo metido en otro charco, pero de esos en los que todos ganamos…
Qué te gusta meterte en un charco y mientras más enfangado mejor!!! Jajajaja
Ya en serio, será una prueba muy importante y ojalá no sólo salga bien sino que muchas empresas tomen ejemplo…hablo por voz propia.