Existe una conexión que me supera. Hay algo más fuerte que las leyes de la física, que sobrepasa las reglas del universo y de la moral más absoluta. La psicología hace por explicarlo, pero no alcanza. La religión lo propone, pero sin más argumentos que la fe. No es ciencia, sino un arte. Hay muchos libros al respecto, pero ninguno desentraña más que unas cuantas claves. Permanece más allá de los tiempos, independientemente de las generaciones, como esas fuerzas sobrenaturales que están por encima de todo.
Ser padres, una heroicidad que el destino regala a la mayoría de los seres de la Tierra, o de otros mundos si existieran. Un lazo eterno entre dos almas, da igual la circunstancia vital, los errores o la lógica. La gran transformación de la mente, mirar más allá de ti, dedicar tu empeño a moldear el juicio de alguien que depende de tu actitud ante la existencia. Transmitir valores, servir de ejemplo, desvivirte. No creo en mayor hazaña posible.
Una emoción constante donde la razón queda atrás. Una acción continua donde tus caprichos quedan en segundo plano. La gran intención que no se termina, el vacío de cuando uno marcha o la grandeza de cuando vuelve. Donde lo más humano florece. Los mayores miedos de una madre, el orgullo de un padre, la recompensa de la conciencia de las personas que hicieron lo mejor que supieron.
Lo veo cada día en terapia. Influimos decisivamente en nuestros hijos, para bien y para mal. Propongo darle la vuelta y hacer por influir también en nuestros padres, positivamente. Porque merecen unas letras, unas palabras que les recuerden tu agradecimiento, una sonrisa que calme sus temores y un abrazo que calienten sus corazones. Merecen saber que lo hicieron bien, que cumplieron con la misión de su genética, y que sus antepasados estarían satisfechos. Porque un día nos iremos y no habrá vuelta, y, aunque quizás nos encontremos, lo suyo sería hacérselos saber en ésta vida, que es donde pintaron su mejor obra.
No debe haber mejor regalo que un hijo agradecido, orgulloso de sus antecesores, dedicando un tiempo a buscar la manera de tocarles la fibra con unas letras. Porque en mi caso fui psicólogo como mi padre, humano como mi madre, y eso hizo me hizo conocer muchas historias en mi despacho, historias de personas que en parte deben a mis padres su aventura, pues ellos, sin saberlo, hace años que ya la estaban propiciando, esa conexión escalofriante que me supera y me obliga a seguir en la guerra…
No hace falta k nos lo agradezcan solo con verlos felices y buenas personas,sabemos k lo hemos conseguido y casi lo hemos hecho casi bien
Marilo y Pepe que guapo estais .Y que bonito lo que dice Kike un beso para los dos