Aceptación, Compromiso, Humanidad, Inteligencia

Encontrarse…

Si algo tengo claro es que el destino premia aquel que no deja de esforzarse. No esperes a sentirte motivado para motivar a quien está a tu lado. No esperes a sentirte amado para amar a alguien, ni a recibir para dar lo mejor de ti. Si algo aprendí es a provocar el futuro, pues la mejor predicción la hace quien lo inventa. Aquel que regala su tiempo, buenas palabras, mejores intenciones y sonrisas a destiempo es el que siempre gana un presente amable. Aquel que siembra recoge, y el que perdona triunfa. El que tiende la mano arrolla y el que entusiasma renace.

Estamos poco tiempo en este mundo. Nos dijeron que habría un juicio final, pensé que se equivocaban, hasta que entendí que se trataba del juicio de nuestra propia conciencia. El premio, la serenidad que aporta las cosas bien hechas, la genialidad se saberse una persona normal haciendo cosas extraordinarias. Compartir como bandera de tus valores, confianza como escudo y rendirse como enemigo. Dejar atrás el pasado después de comprenderlo, ser compasivo y alumbrar las almas que se ven perdidas.

No me cabe duda, en la adversidad advertí los más increíbles crecimientos, los mayores gestos de amor y la locura vital indispensable. En la derrota hallé las bondades, la ilusión por mejorar y los vencedores más honorables. Quien conoce las profundidades de lo oscuro se acercan a sí mismos, lo saben los justos y los decididos. Lo saben los que pisaron el fango de las vergüenzas y la arena de lo desconocido.

No hace falta buscar demasiado. En cualquier esquina encuentras ejemplos de individuos grandes. Gente que rompe expectativas y hace lo que quiere, y no lo que se espera. El que ayuda , el que escucha, el que apoya. Esos héroes anónimos que hacen más agradable tu existencia. El tendero que te sonríe, el vecino que te saluda, los niños que te admiran, los amigos que te adoran. Fíjate bien, los tienes bien cerca.

Por eso te pido que no esperes a saber de tu estado de ánimo para mostrar tu mejor versión. Que no dependas del momento en el que estés, ni de los motivos ni de la suerte. Que te disfraces si quieres, pero de tu mejor yo, y compruebes por ti mismo el mejor obsequio del destino, devolverte más de lo que te quitó, y entonces caer en la cuenta de que cada uno termina eligiendo el suyo, si es que está dispuesto a arriesgarse. Muchas veces los vi, hazme caso, protagonistas de su propio universo, aventureros encantadores, artistas de su propia obra. Los vi, encontrándose, y no hay más bello descubrimiento…

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