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Ya es Viernes Santo, sí, no oyen mal, Viernes Santo. Y, aunque no en el sentido religioso del término, el Viernes es un día que habría que santificar, pero vamos, todos… Todos más contentos, los niños saltan de alegría, los pájaros cantan, las nubes se levantan y los políticos ya no son políticos hasta el Lunes. Que más se puede pedir…
Hoy comentaré una buena de ayer. Ayer se me sentó al lado en clase un chaval que, por lo visto, está sacando matrículas por doquier y sobresalientes que tapan bocas al más pintado. Un chico alto, desgarbado, con su pañuelo palestino y una chaqueta que firmaría el mismísimo «Che», llena de parches y simbología comunista. Pantalón de pitillo, lonetas típicas, bolsito con chapas y pelo descuidado…

Enarbola la bandera del buen rollito y se ha hecho a sí mismo, o se lo cree, comandando una legión de «buenrollistas» que parecen torbellino.
Pero ayer, muchacho, me decepcionaste.
En una clase marcada por el debate, en el que yo no intervine (raro de mí), la profesora llegó a plantear la siguiente pregunta. -¿Podemos hacer algo desde nuestra profesión de psicólogo para cambiar las cosas, los problemas cotidianos del mundo?
Nadie contestaba, quizás, pensé, porque no la habían entendido. La volvió a formular, y así hasta tres veces más, sin encontrar respuesta. Con cada pregunta, la profesora enfurecía más, yo también, y los buenrollistas sin saber qué responder. El «matrículas» miraba de un lado para otro, perdido… Y tuve que decirlo en voz alta, no pude aguantarme.. -«El que piense que no, o el que no sepa qué responder al minuto uno, no merece la pena que esté aquí…». Sí, me pasé. Y lo a gusto que me quedé…??
Estamos para curar, a la personas, a los niños, a la sociedad,a los profesionales… al mundo, y el que no lo tenga claro, que estudie otra cosa… Y que conste que me culpo de ese delito en otro momento de mi vida….
Muchacho, hoy, has suspendido…

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