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A veces hay luz tras la tormenta…

Hoy es un día feliz para mí. Ayer recibí un correo electrónico reconfortante, he dudado mucho si comentarlo en esta ventana al mundo, pero no soy capaz de hablar de otra cosa, y mucho menos pensar en algo distinto. Os comento, el 22 de diciembre escribí un post dirigido a un chaval que estaba metido en la droga. La madre, en una de sus intentonas desesperadas por ayudarle, copió todas las direcciones de correo de sus contactos y les escribió una carta pidiendo ayuda, un auxilio a la desesperada, creedme. Dio la casualidad que yo estaba también entre sus contactos, y digo casualidad porque yo no tenía mucha relación con él, simplemente de la Facultad, de intercambios de apuntes y poco más… Pero aquella carta me llegó, y me puse a escribir. Le dediqué letras realmente duras, casi inconsciente de la realidad que el chico estaba viviendo,y, desde la lejanía, poco pude saber de él. Pero ayer, cuando ya practicamente había desaparecido de mi mente la carta, la madre y casi el chaval, llegó un correo de agradecimiento de la madre, no sólo a mi, a todo sus contactos, explicándonos que el hijo estaba por el norte en un centro de desintoxicación y que había superado una serie de fases. La desesperación se había convertido en esperanza. Me alegro por el chico, sé que me sigue leyendo de vez en cuando, para él van dedicadas mis letras de hoy… y para la madre…

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