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Llévatelo todo…

Tuyas son mis letras, ya que no son mías, ni pretendo. Puedes quedarte con mi verso, que no siempre rima, puedes creerlo. Llévate los acentos, que son errores, pues los aciertos son los menos. Llévate los puntos y seguidos de mis historias, los vacíos de mis folios, los tachones de mi vida y hasta los matices de mi suerte. Tuyos son mis borrones, mis mayúsculas efímeras y mis minúsculas constantes. Quédate con mis nudos y mis desenlaces, sin olvidarte de los pie de página, que te expliquen un tanto mi existencia. Para ti mis palabras, cargadas de esfuerzo, para ti mis frases, escritas con sangre, mis escritos, tatuados con mi fe. Haz tuya mis exclamaciones, con ese punto de demencia, mis interrogaciones, muchas sin respuesta, y hasta mis relatos, con cientos de recuerdos. 

Puedes quedarte lo que quieras, excepto todo. Porque podrás llevarte mis cuentos, pero no mis sensaciones, mis soles, pero no mi piel quemada, mis noches, pero jamás mis madrugadas. No me quitarás mis amaneceres dándole a la tecla, ni mi bolígrafo gastado de contar temores, ni mis sueños, ni mi pasado. No tendrás nunca mis lamentos, ni mis vicios, ni mis ansiedades, ni los quieras. Tampoco las miradas agradecidas de los míos, ni sus gestos, ni sus abrazos. Te podrás llevar la forma, que es nada, pero no el fondo. Te podrás quedar la foto del instante, pero no la magia del momento. Ni los besos, ni las batallas ganadas, ni mi guerra entera, que esa no se acaba.

 

Prueba a imitar mi locura, que ya no volverás a estar cuerda. Prueba a copiarme en ternura, en ganas, en entrega. Intenta seguirme en coraje, en devoción, en fuerza. Ven a copiarme, que tengo letras de sobra, y ninguna me avergüenza. Ven a luchar contra mis gigantes, para enseñarte la forma de vencerlos, mi pereza, mi ira, mis miedos. Ven a jugarte el futuro con mis zapatos, a ver la vida desde aquí abajo, a sentir de verdad lo que escuchas a diario.

 

Copia mi pozo, lo que quieras, pero no el frío que allí hace. Copia mis años perdidos, vale, no sólo el camino que encontré. Mis días sin nada, sin nadie, sin alma, sin un simple párrafo que llevarme a la boca. Ver que la inspiración marcha, que las musas abandonan, que el veneno de la rutina te bloquea. Ver el mundo pasar ante ti, como si nada, y no poder juntar siquiera dos palabras sobre el blanco de una página. Aunque sospecho que quizás lo sepas,  no me cabe duda.

 

Tuyas son, compañera, con mis virtudes y mis diez mil defectos. Tuyas son si sabes sufrir sus emociones y su humildad, sus sabores y sus tentaciones, su valor y su nobleza. Para ti y tus samurais, si te hacen falta, si te vienen bien, si te vez capaz de soportarlo, discúlpame, llévate hasta mis puntos suspensivos, que yo tengo para rato…

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