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Y como todo lo bueno se acaba, ha llegado el Lunes. Pero si encima es con un cambio de hora a cuestas… aún peor. Sevilla, cuna de la falacia, ya huele a primavera. Mi cuerpo lo nota cada año, y no por prepararme el caballo y el charré para esta época tan farandulera, mis síntomas son mucho más físicos… ojos irritados, urticaria, cansancio casi crónico., estornudos por doquier…todo ello aliñado con una pizca de mala leche que sacude a cualquiera que esté a mi alrededor. Y hay argumentos para ser optimista, la época del buen tiempo, de las cervecitas a mediodía, del buen humor generalizado… pero eso no lo veo aún desde este Lunes frío.

El viernes entregué los papeles para que Zapatero me pague el piso, y, no sólo eso, dice que me va a regalar una paga de 400 euros en Junio. Al final terminaré siendo yo el más talibán a este paso…

Y perdonen que no hable hoy de nada trascendental, es que en mi vida, un Lunes a esta hora, no hay nada importante que decir… excepto que ya estoy deseando que vuelva a ser Viernes Santo.

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