No te rindas a la vida que te han pronosticado. No claudiques ante la expectativa que has cimentado a través de los años. No te venzas a la historia que te han contado, las etiquetas que crees que tienes y los defectos que siempre has pensado poseer. No creas en un mundo falso donde el dinero dice quien eres y el egoísmo es un valor seguro. No confíes en la promesas sino en los hechos, en las intenciones y las sensaciones. Acaba con el conformismo de quedarte con lo malo conocido, de no cambiar las cosas por miedo y de no experimentar un gran salto al precipicio más oscuro. No cuentes los años viendo pasar tu existencia ante ti sin más emoción que la imprescindible para comprobar que estás vivo.

Tú puedes ser el creador de tu propio cuento, eligiendo los detalles, los pasos y hasta el camino. Tú eres real, tan sólo tú, pero tienes el deber de demostrarlo, a poder ser cada día que respires. Tú puedes negarte a los convencionalismos, a votar siempre lo mismo, a quejarte sin cambiar las cosas o a decidir dar la vuelta a todo. Reinventar los límites, derribar la lógica y romper las barreras que enclaustran a tu alma de ser quien quieras ser, de una vez por todas.

Tú puedes imaginar, y ya estará ocurriendo. Tú puedes gritar, aunque sea en silencio. Entender que tu cabeza es un resultado de tus vivencias pero también una herramienta para mejorar tu futuro. Que tus manos son suficientes para moldear tu perfecta escultura. Que tus dedos son capaces de fabricar los versos más bellos jamás recitados. Y que tu fe no conoce fronteras cuando es de verdad, y nadie puede osar a arrebatártela, a pesar de los pesares.

Entender que tu cuerpo está para gastarlo. Superar los temores con acción y las dudas con compromiso. Amar incluso al enemigo, pues te deja el más útil de los aprendizajes. Suspirar de instantes locos que sean genialmente auténticos. Viajar hasta el infinito, conociendo la humanidad desde multitud de puntos de vista. Perdonar para no ser esclavo y soñar para no estar muerto, sin dejar de estar bien despierto.

Tu sitio no es aquel que es mentira. Tu sitio no es aquel que habitas porque otros lo diseñaron, pues no habrá felicidad que no empiece dentro de ti. Tu sitio no es donde otros no pudieron llegar ni las frustraciones de quienes no supieron la forma de encontrarse. Tu sitio quizás es otro mundo, tal vez distinto, tal vez arriesgado, tal vez, pero único porque es tuya la elección última de vivirlo desde cero. Un sitio genial que empiece y acabe en el presente, ese paraíso que nunca termina…