Aceptación, Compromiso, Humanidad, Inteligencia

Vamos A Contar Excusas…

Vamos a poner excusas. Los políticos, la economía, los bancos. Vamos a pensar que no se puede, que es difícil o incluso imposible. Dime que hay mucha competencia, que hay demasiada gente preparada y que no tienes padrino. Di que no te han enseñado, que no has tenido suerte o que no te dan oportunidades. Cuéntame lo que quieras, que ya eres mayor, que te has equivocado y que no lo sabes todo. Que no hiciste ese máster o que aquella carrera no te gustaba. Que no tienes tiempo, que son muchas cosas y que no ves el momento. Me las sé todas amigo.

Vivimos en la época de internet, de los negocios globales y de las comunicaciones totales. Podemos comprar un producto en Australia, venderlo en América y dormir en tu pueblo esa misma noche. Podemos contactar con gente que está al otro lado del mundo, establecer lazos con personas supuestamente inaccesibles y asistir a una clase de Harvard sentado desde el sillón de tu casa. Las enseñanzas ya no están proscritas a un grupo de elegidos con dinero, pues cualquiera puede ser suficientemente autodidacta para ser genial en lo que hace. Cualquiera puede escribir su propio libro, montar su propia empresa, ser lo que quiera ser, patrón de barco, piloto, artista o jardinero. Para todo eso hay caminos abiertos al gran público, aunque mientras luches por tus ilusiones tengas que ocuparte de sobrevivir con lo que sea. Gasolina para tus sueños, tan necesaria como amarga a veces.

Y ahora aquí me ves, psicólogo, con mi consulta propia en un lugar perfecto, el reconocimiento y todo eso. Está muy bien, desde luego. Pero te confundirías si creyeras que para llegar hasta aquí no he tenido que empezar desde cero. Alternar dos trabajos, de lo que fuera, además de los estudios. Vivir con lo mínimo durante años, quitarle horas al dormir y trabajar en mil trabajos que me disgustaban bastante. De lo que fuera preciso, pues no dejaba de ser un medio para un fin en el que confiaba ciegamente. Sin ser ejemplo de nada, no creas, pues por el camino puse cientos de excusas, hasta que me convencí de que no servían de nada más que para hacerme aún más daño.

Por eso te entiendo, a ti que no sabes la manera de realizarte, de hallar la ruta siquiera que te lleve a la meta que quieres. A ti que ves oscuridad en la senda y sensaciones de fatiga en tu cuerpo. Que sospechas haberte perdido en un lugar incierto y sin posibilidades de encontrarte. Que buscas respuestas a preguntas que no elegiste hacerte.

Por eso párate, define tus sueños, donde quieres estar y donde te sientes brillante y mejor persona. Reflexiona sobre tus posibilidades, siendo cuerdos pero con puntos de locura. No pongas límites a tus opciones, aunque ellas requieran esfuerzo y tiempo. Y ahora lucha, lucha sin descanso, pisando el fango que hayas de pisar, con fe y con descaro. Sin concesiones a los pretextos que surgen en tu cabeza, pues sólo están ahí, puedes creerlo. Y entonces, a los años, me darás la razón, aunque sé que no me lo dirás, lo entiendo, quizás con la excusa de la vergüenza, vaya paradoja. Mas no hace falta, porque lo veré en tu mirada, y tú mi orgullo en la mía, y con eso me daré por satisfecho…

20150423-135752.jpg

Deja un comentario