Aceptación, Compromiso, Humanidad, Inteligencia, Personajes

Sí a la Independencia…

Sí a la independencia. Desde luego. Sí a la independencia de los miedos, te los temores que nos hacen evitarnos, del terror de tirarnos a la piscina de la incertidumbre. Sí a la independencia del negativismo general que te dice que está difícil la cosa, del sentimiento unánime de desesperanza instalado en el alma de aquellos que se han rendido, de los vencidos por su propia circunstancia. Sí a la independencia de los valores heredados, de creernos condenados continuamente por aquello que no conseguimos, de sentirnos avergonzados por no haber cumplido expectativas que ni siquiera son nuestras.

Proclamo mi propia independencia de mi, de lo que creo que soy, para decidir quién quiero ser y cómo quiero hacer en mi vida. Independencia de la duda, de la ira, de las primeras impresiones y de los pensamientos negativos que rondan mi cabeza. Ya no quiero depender más del pasado, del daño, de mis condicionamientos ni de mis pesadillas. Quiero ser independientemente para estar sereno, siendo espontáneo y adaptarme al entorno por la simple búsqueda de un bienestar agradable.

Viva la independencia de los que mandan, de los que ordenan, de los que sientan cátedra y de los que te hacen sentir culpable. Viva la independencia de las fronteras, del mal orgullo de pensar que la tierra es nuestra, del dinero que nos agobia, de los lunes y de los escudos que apenas dicen nada. Ser independiente de las razas, de las creencias que me hacen pensar que la mía es la correcta, del futuro que me ata y del teléfono que me ahoga.

Yo quiero ser dependiente del presente, de decidir por mí, de fundirme con la naturaleza y volver a ella cuando muera. Yo quiero depender de mis acciones y no de la suerte, de mi coraje y no de mis sospechas, de mi locura y no de ser sensato todo el tiempo. Depender de amar cada instante como si fuera el último, abrazar a quien quiero, ser agradecido y depender tan solo de mis pasos.

Viva la independencia de aquellos valientes que se atreven, de los optimistas que se levantan, de los humildes que permanecen en la lucha. Bravo por los independentistas sin bandera, los guerreros de los valores, los caballeros y señoras de las formas y maneras educadas. Los independientes que sonríen a pesar de todo, esos titanes anónimos que se quejan en silencio. Los creativos que secuestran la rutina a golpe de esfuerzo en cada trazo. Aquellos que creen posible lo imposible y se ocupan sin preocuparse.

Sí a la independencia de todos y cada uno de los seres humanos dispuestos a serlo. La independencia genial de los que perdonan, de los que vuelven y de los que sueñan volver a la batalla aún tras la derrota. La independencia de verdad, que es la de uno mismo respecto a su propia conciencia, juez sin memoria que pocas veces acierta, voz cruel que nos maltrata, y ser libres al fin para siempre…

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