No supe y aún no sé cómo llamarlos. Los imagino Samuráis, porque con sus formas me recuerdan a guerreros pacíficos que luchan en silencio contra sí mismos. Son gladiadores, porque salen a la batalla bebidos en coraje, enfrentando cualquier enemigo invisible que pretenda que se rinda. Son titanes, porque llegan donde quieren y vencen a sus sombras, sin excusas ni evasivas. Son colosos que se desprenden de sus miedos y empuñan la bandera del optimismo, iluminando su vida y la de los demás, el mejor reto posible. Son luchadores, combatientes de la desidia, peleando hasta el último gramo de fuerza que quede en su cuerpo. Son grandes, poderosos, aunque se reconocen pequeños ante la vida, y eso les hace humildes y sinceros, nobles y honestos. Son geniales, porque los he visto derribar muros que parecía imposible, levantar vidas destinadas al infierno, volver del averno con una sonrisa en la cara. Son respetables, porque así ocurre con esos héroes que se niegan a aceptar una realidad impuesta y hacen por cambiarla. Son sencillos, porque no se creen la complejidad de la mente, y eso les hace libres. No viven enganchados a lo que piensan, disfrutan lo que sienten y eligen lo que hacen. Son humanos, porque aprenden cuando se equivocan, se perdonan cuando caen y se aman mientras se curan las heridas. Son perfectos, porque se saben imperfectos. Son emprendedores, impulsivos, impetuosos. Son entusiastas, apasionados, afanosos. Son incansables, dispuestos y hacendosos. Tienen todo, porque no se guardan nada. Son galanes porque viven enamorados. Son estrellas de un cielo que en la tierra no cabe. Son el secreto mejor guardado de mi destino, el motivo de todo mi pasado, la ilusión de mi presente y mi compromiso del futuro. No son mis pacientes, son mis razones. No son mis clientes, son mis amigos. No son mi trabajo, son mi vocación. Son lo que aspiran a ser, la inspiración constante de quien habita aquí y respira ahora. Mis queridos samuráis, orgulloso de vosotros, porque aún no sé poner palabras a vuestra magia, por más que lo intente, ni falta que hace…
Enrique Vazquez Oria
Blog del Psicólogo, escritor y locutor. Aún confío en una Psicología Artesanal…