Mira más allá. Muchas veces la solución a un problema consiste en dejar de centrarse en él. El estudiante piensa que el problema es una asignatura suspensa, y no lo es, sino el tiempo insuficiente que le ha dedicado a ella. El empresario estima que el problema son sus trabajadores, sin pensar si él hizo algo para tenerlos desmotivados. Y así todos, el deportista que falla, la madre que se cree culpable, la persona que no encuentra trabajo, etc. Vivimos demasiado enganchados al problema, creyendo que por hablar de ellos se van a solucionar. Hay que llegar más lejos, ponernos en marcha, aprender de los fallos y buscar soluciones.

Calculo que a lo largo de una semana puedo equivocarme unas cien veces, al menos. Hace tiempo que dejé de culparme por ello, tan solo me responsabilizo del error, lo convierto en una oportunidad en mi cabeza y me pongo absolutamente a ello. Desde las cosas más simples a las más complejas. La única diferencia es la actitud con la que recibas los problemas, si como un fracaso imperdonable o como una opción de mejorarte.

Nos han enseñado que es Lunes, que tienes que intentar pasar los días hasta que se acerque el viernes, y que no hay nada emocionante en un día gris donde todo el mundo empieza su semana. Si ese es el problema por el que estás decaído, mira más allá. Observa que hoy tienes una oportunidad de animar a alguien que lo necesita. Imagina que hoy tienes la opción de hacer nacer una sonrisa en un rostro anónimo, iluminando su día. Piensa que hoy puedes correr tan lejos como puedas y quieras, ver un atardecer magnífico, tomar ese café perfecto que culmina tu jornada de trabajo. Hoy puedes dar la vuelta a todo, escribir unas letras que motiven a desconocidos, ponerte bien guapo o guapa para ti y para los que te admiran, mostrar tu mejor cara a la existencia y dejar a un lado las dificultades.

Eso es mirar más allá. No me interesan los problemas sin soluciones, sin hacernos responsables absolutos de nuestros días, por muchas dudas que haya al respecto. Me da igual si la culpa es del gobierno, de los mercados, de la universidad, de los bancos o de la pareja. Lo que no me da igual es la forma en que transformamos la realidad para darle un revolcón a la expectativa, la manera en que no cesamos de luchar por nuestros sueños, las cosas que hacemos para forjar que aquellos que están a nuestro lado sean felices, el síntoma que mejor predice si nosotros mismos aspiramos a tener una vida plena, y no creo que haya mejor vocación que esa…