Yo no soy culpable de nada, pero soy responsable de todo. No soy culpable de tener que dedicar muchas horas a mis pacientes, pero sí soy responsable de hacerlo lo mejor que sé. No tengo culpa de que la inspiración tenga que dosificarla para darle al mundo lo que merece y paga, pero si soy responsable de poner excusas cuando no soy capaz de ser genial. No tengo la culpa de no encontrar el momento en el día para escribir a la luz de una vela, pero si que soy responsable de hacer por buscar mi espacio. No es mi culpa querer abarcar lo infinito, pero sí no apretar demasiado. No lo es llenarme de proyectos pero sí es mi responsabilidad acabar los que empiezo. Nada es mi culpa pero sí responsabilidad mia.

No pretendo ser ejemplo de nada pero sí inspiración para muchos. No quiero ser el héroe de nadie pero sí una luz para lo que sólo perciben oscuridad en sus vidas. No quiero ser motivador pero sí un motivo para respirar una digna existencia. No quiero dar razón a la expectativa de un mundo pesimista que espera que agaches la mirada, pero sí que quiero sostener los milagros que rondan por tu cabeza. No deseo ser más que nadie pero sí mejor que yo. Amar aquello que ni siquiera es amable para ser libre. Quiero sentirme lleno de experiencias, de quemarme en un universo del que aprendes cuando más duro te golpea. No quiero balsas de aceite y medias sonrisas, quiero carcajadas a destiempo con rumores de inocencia. Quiero ser yo y encontrarme cada instante.
Mi verdad es sencilla, ser amante de todo y enemigo de la pereza. Mis mentira es creer que un día no fui lo que hoy soy, pensar que mis límites eran muros que me ataban y no convenciones esperando a ser superadas.

Mi secreto es no tenerlo. Regalar mi fondo y mi forma, no dejarme caer, no mirar atrás sin motivo, vencer en la derrota para ser más fuerte. No soy leyenda pero quiero contar mi historia, hacer que otros tengan fe en su fuerza para seguir conservando la mía. Ese es mi camino, mi responsabilidad, mi culpa, no esperar nada y a la vez esperarlo todo…