Aceptación, Compromiso, Humanidad

Mentiroso Cobarde…

Mentiroso. Dices que no te importa lo que piensen, que no sufres la crítica, que te da igual lo que digan. Sonríes sin ganas en las fotos, prometes cosas que nunca harás y juras imposibles. Mentiroso por creer que no morirás jamás, pues vives como si nada. Por soñar despierto mientras habitas durmiendo, por no moverte de miedo y depender del pasado. Ingenuo realista descreído, de los que ven antes de creer, como si eso fuera lo importante. Débil, orgulloso, engreído, de los que piensan que razonar todo el tiempo es lo correcto, como si el universo tuviera soluciones. Te invade la pereza, compras ansiedad, para quejarte luego, el mundo, la sociedad, que salten los frágiles, pero yo me salvo primero. Cobarde, huidizo, asustado, con la almohada en la cara aún con Sol de mediodía. Esperando milagros sin mover un músculo del cuerpo, gritando en silencio la vergüenza de la expectativa que no se cumple.

Amante de la muerte en vida y de la vida sin arte. Helado en lugares cálidos, sin fuerza para pintar atardeceres y sin letras que los describan. Palabras oscuras y soledad en cuatro esquinas. Y pasan los años, y pasan los días, gastando las horas sin coraje, meses sin alma que te atrapan los momentos, sin ver más salida que aquello se acabe por fin.

Mentiroso, gracias. Gracias por regalarme tu sacrificio para que hoy lo escriba. Gracias por leer mil libros en esa cama. Por imaginar una existencia distinta a pesar de todo, elegir los restos de ti y ponerte a construir de nuevo. Te agradezco las noches de locura para que hoy no pierda la cabeza. Los versos de amor que disculpaban tus pecados. Te agradezco las tristezas, el pánico, la melancolía, para que otros, al verlo, vuelvan a creer que son capaces de salir del pozo. Te perdono las dudas, los rencores, los temores, pues aquello me hizo fuerte, justo es devolverte tu memoria.

Gracias cobarde, que justo allí me hice valiente, pisando el fango de todas las derrotas. Que el buen guerrero se hace en el barro venciendo sus propias miserias, no hay peor enemigo. Que el gran capitán se hace en los mares bravos, y de esos quedan muchos. Gracias amigo, por morir viviendo para que hoy sobreviva. Orgulloso de ti, que es de mi, ustedes perdonen, pues ese cobarde mentiroso de aquellos tiempos es lo más auténtico y valeroso que sentí en mi vida, y quizás a él le deba todo lo que soy ahora…

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