Aceptación, Compromiso, Humanidad, Inteligencia

Esa Bella Cicatriz…

Ahora dime que tu herida no es una bella cicatriz. Dime que si no es por ella no hubieses llegado a mí. Dime si es casual, si no es perfecta, si todo es razonable y si tú estás de acuerdo. Dime si es el destino, un atardecer más, y si no cambias el pasado por tan sólo este momento. Cuenta las noches en vela y dime si la soledad, así, no se compensa. Cuenta los terrores, los errores, las dudas, los miedos. Cuenta lo malo y observa ahora lo bueno. Mira hacia ti, el daño, las lágrimas, los golpes y la sangre. Mira la sonrisa que no marcha de tu cara, el instante amarrado a tu alma y la genialidad de amar tu mundo.

Dime si mil pesadillas no valen un buen sueño. Si vivir es latir sin medida o simplemente estarse quieto en la vida. Dime que no merece la pena un camino oscuro para llegar al paraíso, y que tu cuerpo se gaste, y se canse, y te duela. Siente el orgullo de pensarte libre, de saberte serena, de tocar de verdad la existencia. Siente que imposible es tan solo una creencia, y que no estás para creerte cualquier cosa. Que amas tu sensibilidad, pues el pecado es no caer en la tentación, y que Dios, si existe, siempre perdonará a quien se ilusiona con lo humano.

Esa cicatriz bella que fue el inicio. De ser sombra y acabar iluminando tu rostro. De ser pena y terminar siendo alegría. De ser mortal a ser eterna. Del olvido a la memoria y de la vergüenza al coraje. Gritarle pasión a un planeta en silencio. Clamar esperanza en un mundo descuidado. Entusiasmo que no se apaga, delirio, locura que se escapa. Una explosión de placer en una historia de tormento, y un volver tras haberte ido. Quedarte para estar, y ser tú al final de todo.

Ahora dime que no eres mejor, que tu senda amarga no es tu mejor maestra, y que la gloria se puede alcanzar sin lucha. Dime que la guerra no te hizo fuerte, que tu belleza no parte de dentro y que tu humildad no es vestirse de grandeza. Ahora dime que no eres artista de pintar tu vida, esa, tu mejor obra, y que me enseñaste a entenderla con esmero. Dime que eso no es amarse, que no es amarte, como poco. Y si no, dime si es otra cosa, que yo te escucho, por siempre, que mi trabajo es ese, mirarte para que te veas, quererte para que te quieras, escucharte hasta al fin que te oigas. Y me niego a perderte, que tenerte es perderme, lo sé, y quizás nacimos para encontrarnos…

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