Humanidad, Inteligencia, Personajes

Dime tu Excusa…

Hablemos de excusas. Las tienes de todo tipo, aquellas que dictan el sentido común, las entendibles y las que no son tanto. Las tienes sencillas, complejas, elaboradas y amables. Puedes tirar de ellas cuando algo no te apetece, cuando es difícil, utilizarlas para evitar situaciones y momentos, escaparnos de una realidad, de un camino que da pereza. Las tienes disfrazadas de buenas intenciones, mentirosas, aceptables e irresistibles. Las hay de todos los colores, frías, lejanas, sensibles, sensatas.

Me las encuentro a diario, en consulta, en la calle, en las charlas, en casa, cuando salgo. Me topo con ellas cuando salgo a correr, cuando leo, estudio, escribo o cuando me levanto. Me susurran despacio, a veces alto, gritando, pretendiendo que las escuche, que les haga caso, que me rinda. Las ignoro cuando sueño, cuando vivo imposibles, cuando salto al vacío. Les he ganado la batalla en una guerra que jamás acaba, pues siempre vuelven.

En el mundo real, el que vivimos, las tienes por docenas. Puedes pensar que tenía dinero, y por eso pude tener un Gabinete, hasta que elija responderte, y sepas que provengo de una familia humilde, de padres trabajadores, becado desde principio a fin, luchando por no perderla porque no tenía otra manera. Puedes creer que lo tuve siempre claro, hasta que te cuente que habité en mil trabajos, de todo tipo, hasta vendiendo enciclopedias, luchando la manera de hallar mi senda, y no siempre con buena autoestima. Puedes argumentar eso, que siempre fui optimista, hasta que te digan lo mal que estuve durante años, sufriendo el pozo de la depresión y de las ansiedades. Puedes caer en el error de pensar que vivo cómodo y te mostraría las noches en vela imaginando terapias, los madrugones para escribir, los días en la radio, los nervios, los pagos, la inseguridad del autónomo y los miedos de fin de mes. Igual crees que nunca tuve pánico, y te contaría que sé lo que es verse perdido, sólo, bebido en llanto e incomprensión. O pensar que siempre lo tuve claro, y te mostraría los atajos equivocados que tomé, la vergüenza que sentí al confundirme, las palabras horribles que le dediqué a mi osamenta.

No tuve demasiada ayuda para crear mi mundo, excepto yo, mis ganas y una luz en el horizonte que sopechaba maravillosa. No tuve mucho menos mi conciencia, esa que tantas veces juzgó mis malas maneras, por muy buen fondo que tuviera. No es cuestión de merecer nada, sino de inventar el universo que quieres vivir, morir de esfuerzo por conseguirlo, estar dispuesto a desaprender algo de lo aprendido, adaptarse a pesar de todo y tener lo que hay que tener para pasar por encima de tus propias excusas…

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1 thought on “Dime tu Excusa…

  1. Me identifico porque, como psicóloga y asesora, me he topado que muchos piensan que el haber llegado significa que siempre estuvimos ahí… al igual que tu, colega, he pasado de todo, sin embargo el saber que «todo cambia y todo llega» me ha mantenido a flote… Un placer leerte! Saludos desde Monterrey, México.

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