Yo quiero ser amigo de tus momentos, testigo de tus sueños y espejo de tus sonrisas. Yo quiero ser silencio al escucharte, pasión al acostarte y cariño al despertarte. Ser furtivo de caricias y ese verso desgarrado. Poeta amante y compañero entregado. Tunante de letras encendidas y pintor de la historia más perfecta. Yo quiero rodearte con mis brazos, susurrarte locura y que me mires, sin responder cordura. Sentirte al pensarte, porque estés, y que no te vayas nunca, aunque jamás te gane el olvido.
Rendirme de deseo y velar tus noches. Cubrirme de gloria y cuidar tus días. Tenerte en tu independencia, habitar en tus instantes, vivirte con empeño. Escaparme contigo a contar estrellas incontables. Perderme en mil madrugadas de tu cuerpo. Saciarme de tu arte, poesía en movimiento. Y que el tiempo pase por donde quiera, que ya iría de paso.
Que no me cuenten tu belleza, y que no pasen los años en un recuerdo. Que no me digan que hablo de imposibles, que sé que ocurren a diario. Luchar la guerra de los besos contra lo responsable, la batalla del destino contra la realidad, y del desafío con ternura.
Que no es respirar si no me inspiro, y no quiero mar que no navegue. Que hemos caminado mucho para quedarnos quietos, y nos merecemos estar cerca hasta lo eterno. Que sólo soy yo cuando estoy contigo, y no renunciaré a ser lo que ya te he prometido.
Amarte con descaro, con los sentidos embotados. Con el alma dispuesta a la demencia en un mundo que no nos comprende, ni falta que nos hace. Ese amor sencillo, inmortal, que no termina, y que si se acaba empieza de nuevo, como si nada.
Yo quiero ser lo que quise. Inventarte irresistible. Imaginarte impresionante. Juntar belleza, que ya veo que en unos ojos cabe. Ser el motivo y yo tu razón irracional. Y así nacer cada día, a tu lado, desde luego, porque lo demás es morirse despacio, lo sé, y yo ya he decidido, como un loco imprudente, retarme a vivirte para siempre, y de ahí no hay nadie que me saque…