Aceptación, Compromiso

Cuál es tu excusa…

Pon las excusas que quieras, pero a mi no me engañas. Puedes contar que no te apetece luchar la vida, pero te enseñaría mil ejemplos de personas que lo hicieron en peores circunstancias a la tuya. Puedes decir que no tienes herramientas, pero entonces te mostraría cien almas que se abrieron paso en la selva a base de machete. Puedes contar que no tienes dinero, pero te estarías olvidando de los cuatro mil millones de individuos en el mundo que están peor que tú. O puedes poner de excusa a tu pasado, pero te convencería de que ya no existe, y que en el presente tan sólo eliges tú. Puedes hablarme de miedos, pero te demostraría que desaparece cuando los afrontas. O de razones, pero las derribaría con emociones que desmontasen tu lógica.

No me digas que no puedes, que no estás motivado, porque la mejor forma de estarlo es haciendo que los demás lo estén por tu culpa. Dime que es difícil, eso desde luego, pero te darás cuenta que la dificultad es directamente proporcional a la satisfacción que sientas cuando superes ese obstáculo. O dime que no tienes valor suficiente, que no tienes coraje para coger las riendas, pero ni tú te lo estarás creyendo.

Dame excusas que te doy motivos. No me digas que el destino está escrito, que he visto héroes que lo reinventan. Ni que perdonar no se puede, o que la grandeza se tiene o no se tiene. Porque es mentira. O que tienes limitaciones, porque si quieres logras sobrepasarlas cada día. Ni comentes que no mereces nada mejor, porque de pecados nace el aprendizaje, y la mejor gente que conocí provenía de las tinieblas.

Así que levanta de donde estés, mírate al espejo, respira, sonríe y empieza a elegir minuciosamente los pasos. Crea tu nueva actitud, independiente de tus vivencias previas, de tus valores y de tus creencias. Una nueva actitud que regale al mundo más de lo que recibes, que inviertas en bondad y no en venganza, en amor y no en odio, en hacer reir y no en desconfianza. Dar un poco más cada día, negándote a actuar en función de lo que sientes y de lo que piensas, tan sólo centrado en sembrar, que ya recogerás en el futuro.

Y cuando dudes, recuérdame, pues, sin ser ejemplo de nada, yo hice ese camino, esa tenebrosa senda de las excusas que dejé para volar por mi mismo. El negativismo que me consumía, la sensación de estar muerto en vida, sin fuerzas para encarar mis temores y la autoestima por los suelos. Hasta que dije basta, entendí que ya no podía más, y me cargué la expectativa sonriendo al destino, en vez de lo esperable por aquella época. Y ahora soy libre, para alargarte mi mano, decirte que es posible, servirte de luz si lo necesitas, abrirte mi puerta y agarrarte de la pechera hasta que entiendas que tus pasos tan sólo tienen que seguir mi huella de no hace tanto…

20141205-191004.jpg

Deja un comentario