Compromiso, Humanidad

Brindar por tus Sueños…

Los sueños no deberían terminar cuando te levantas de la cama. Estamos acostumbrados a creer que quien tiene la capacidad, el arresto y las narices de vivir sus propios sueños, lo hace más por un arrebato de locura que de cordura, con buenas dosis de buena suerte y algún padrino si fuese posible. Nos cuesta entender que la vida que vivimos merece la pena ser elegida, que nadie puede decidir por nosotros la manera de respirarla. Nos convencen de que lo mejor es tener un trabajo estable, picar a la entrada y a la salida, ese empleo seguro que suponga una nómina a fin de mes y vacaciones en verano. Nos creímos aquello de pasar los días dividiendo en tres sus funciones, eso de las ocho horas durmiendo, otras ocho trabajando y las ocho que restan para el ocio. Nos mintieron induciéndonos que esa era la mejor manera de ser feliz en nuestra existencia.

Y no es así amigos. Lo tengo comprobado. Hay depresión también en personas con esa supuesta estabilidad de vida, quizás por la sensación continua de que pasan los años y cada vez menos cosas les sorprenden. Y también existe la ansiedad en aquellos, posiblemente por la necesidad de hacer cosas nuevas y que el tiempo las hace difícil. Y problemas de pareja, celos, adicciones, vacíos, miedos, pánico, desesperación, hastío, etc. No están a salvo del desconsuelo, de la soledad, de la desmotivación ni de la pena.

Y ustedes pensarán que vaya papeleta entonces. Mas todo lo contrario, pero tan sólo si está usted dispuesto a escucharse de verdad y aprender de quienes susurran que cambiemos las cosas. Tan sólo si estamos dispuestos a aprender de los errores y crear nuestro propio futuro centrándonos en un presente que nos motive, sacando enseñanzas que nos lleven por ese camino. Y yo ya tengo las mías, y aquí van algunas.

No volveré a faltar a mis valores por un sueldo, aunque para ello tenga que pedir prestado o que mis padres me inviten a comer todos los días. No volveré a acomodarme en una labor que no me lleve a superarme, porque ahora entiendo que la serenidad se consigue esforzándonos ante desafíos difíciles. No culparé al pasado de mis errores, ni al futuro de mis temores. Pediré perdón antes que permiso, agradeceré sin callarme, pensaré poco y actuaré más, sentiré mucho pero me lo creeré menos. Motivaré a los demás para estar motivado, respetaré el azar pero sin esperar nada. Daré la bienvenida a los malos momentos, pues serán mi mejor entrenamiento. Seré humilde, mas no modesto. Seré mi orgulloso aún sin ser orgulloso. Comprensivo, al tiempo que exigente, decidido, aunque reflexivo. Desaprenderé lo aprendido, examinaré mis creencias, amaré mis raíces, entederé mis errores, aplaudiré lo rectificado.

Construiré mi propia verdad, para terminar de no creérmela del todo. Dibujaré mis acciones de dignidad, de paciencia, y el talento vendrá sólo. Sonreiré a quien lo necesite, abrazaré al temeroso, pediré ayuda desde que la precise. Me arriesgaré a arriesgarme, y, si caigo, prometo levantarme. Juro ser quien quiera realmente ser y vivirlo intensamente, libre, sereno, locuaz, cercano, errante, acertado. Vivir mis sueños desde que me levanto de la cama, brindar por ellos, y nunca dejar de hacerlo…

 

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