Te irás de este mundo como quieras irte. Tú no decides el momento, la forma y el lugar, pero sí la manera de enfrentar la puerta que da paso a lo que vendrá. Tú decides si quieres irte rodeado de pena o alegría por todas las vivencias que tuviste. Tú eliges si quieres marchar culpable de no haber respirado profundamente los años o inocente de haber caído en tentaciones que te hacían sentir humano. No te llevarás posesiones, ni títulos ni dinero, tampoco tu éxito, tus logros ni pertenencias. Te llevarás los recuerdos, las experiencias y las sensaciones. Contigo se irá el amor que diste y el que recibiste, los abrazos y las sonrisas. Se quedarán los miedos, los temores y las dudas. Se irá contigo tu infancia, tus aventuras y tus secretos. La locura, las pasiones, tus suspiros. Te irás entre aplausos, como quieras, dejando un legado eterno que influya mucho después de haberte ido a almas que jamás conociste. Eso o en silencio, como si nunca hubieras estado, prudente de vida y modesto de emociones. Me niego.

Te irás sólo pero acompañado de todas las cosas que viste, de los mundos que visitaste, de las personas que conociste. De mil amaneceres enamorado, de todos los Soles que te quemaron, de las amistades que sentiste. No se irán los lamentos, los ensayos fracasados y las lágrimas del arrepentimiento. Te llevarás la locura de tus intentos, la ternura de tus gestos y la bendición de tus pasos. Se apagará el cuerpo, pero no tu espíritu, tus días, pero no tu aroma, tu corazón, pero no tu alma.

Te irás entre aquellos que te aman, felices de haberte vivido, honrados de haberte conocido, agradecidos al destino por haberte puesto en su camino. Te irás llevado por los brazos de tu hijo, de la mano de tu mejor amigo, volviendo a las estrellas, el lugar del que, a lo mejor, nunca te fuiste. Y así cruzarás la puerta, sereno, pleno, esperando a volver a vernos, quizás al otro lado, y hacer un fuego para juntarnos a relatar la vida que disfrutamos, la que elegimos que fuera, la que exprimimos hasta lo indecible. Así te irás, puedo jurarlo, ya me darás la razón al otro lado de ella…