Aceptación, Compromiso, Humanidad, Inteligencia

Aquí y Ahora…

Quizás pienses que lo más valioso de una vida son aquellas cosas que se consiguen, los logros, los títulos y las victorias. Quizás creas que una existencia se valora en función de los triunfos que se cosechan, de las conquistas y de los éxitos. Así nos enseñaron. Es cierto.

Hasta que, tras alcanzar todas las cimas que te propusiste, despiertas y caes en la cuenta de que el mejor lugar al que podemos llegar es a uno mismo, es decir, vivir el presente, sentir la manera en la que respiramos, la forma en la que el aire recorre nuestros pulmones y al instante se vacía para volver a repetirlo siendo conscientes de ello. Y ahí, en tan simple pero noble acción, cualquiera que se lo proponga puede ser genial y perfecto.

Si entendiésemos que la felicidad no consiste en hitos de euforia puntuales, que no depende de aquello que obtengas, ni del esfuerzo, ni siquiera en las veces que derrotas a la pereza a base de sacrificio. Si supiésemos que la felicidad tiene únicamente que ver con estar plenamente en el presente que habitamos, es decir, si asemejásemos el término felicidad al concepto serenidad, sería más fácil para todos alcanzarla. Porque esa serenidad sí depende en gran parte de nuestra actitud diaria. Pero hacemos tan difícil y tan imposible el concepto que parece que nadie pudiera acceder a ser feliz, privándonos de una sensación más cercana de lo que imaginamos.

Todo es más sencillo. Tiene que ver con las expectativas y las decepciones que deja creer que no estás a la altura. Si esperamos demasiado de las cosas, entonces esas cosas terminan teniendo poder absoluto sobre nosotros. Distinto es tener un objetivo de necesitar que aquello ocurra. No nos compliquemos. La serenidad es la consecuencia de una actitud ante la vida. Si permanecemos en el aquí y ahora, saboreando los instantes, agradeciendo, expresando, acariciando y respirando, llenaremos nuestros días de momentos actuales, y eso, para mí es una forma de felicidad absolutamente completa, pero sólo lo sabrás si haces por experimentarlo, y no todo el mundo tiene las agallas de intentarlo con toda su alma, pero me da la sensación de que el premio merece la pena…

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