Uncategorized

Aquel vendedor de loterias…

Vaya por delante que no soy de comprar cupones de la ONCE, que no sé muy bien diferenciar la bonoloto de la primitiva, ni sé cuando es y dónde se cobra si es mucho. No soy un entendido del tema, ni de las maquinitas esas de los bares, que parecen una feria con tantos colorines,y rara vez echo ya la quiniela. Hace tiempo que perdí la fé en el juego. Ojalá no lea esto mi padre, que lleva echando la misma combinación veinte años, será lo único que yo juegue, cuando él falte.
Pero les pondré en verea, aquel día que les relato me rasqué el bolsillo y jugué gustoso, fue irremediable…
Junio del año 2000, 8 y media de la mañana, cafetería de la Facultad de Humanidades del Campus de Guajara de La Laguna. El que les habla se jugaba los cuartos y algo más minutos despues, tocaba el examen de selectividad, pongan sus cabecitas en situación. Casi ni acertabas a escribir bien tu nombre en folio sin renglones, se palpaba en el ambiente la sintonía de un juicio a muerte, y allí me encontraba, al final de la barra, con leche sola, fría, como la mañana, y a mi lado gentes, profesores de facultad emperchados, alumnos de quinto, de primero…
En esas que entra un señor mayor, con traje viejo pero limpio, corbata anudada a la antigua, un sombrero de esos de copla y un bastón de madera recia. Muy educado, casi midiendo cada paso, lo pude observar desde el principio.Iba despacio de mesa en mesa, sin molestar a nadie. Decía buenos días, aguardaba cinco segundos e iba a otra mesa. Algunos ni se molestaban en levantar la cabeza de la tostada. Al fin se detuvo a mi lado. Era un señor serio, agitanado. Me encantaron sus zapatos relucientes, lucía anillo grueso de oro en la mano con la que mostraba los cupones y llevaba el bigote recortado, muy formal. Cinco cigarros habanos asomaban por el bolsillo superior de su chaqueta. La estampa y las maneras resultaban irresistibles, así que dije: «Deme uno para hoy». Lo cortó solemne, cobró, me devolvió el cambio, se tocó el ala del sombrero y dijo: «Gracias, caballero». Luego se fue andando muy erguido y muy despacio. Impasible. Torero. Valía la pena recordarlo, si tocó o no lo que me vendió es lo de menos…me tocó disfrutarlo unos minutos, y eso fue para mí un gran premio…

32 thoughts on “Aquel vendedor de loterias…

  1. Hacer una crítica molesta, curioso para una persona que escribe que no acepte críticas. No siempre que se escribe debe ser bonito ni gustar, no siempre que se come te gusta, no siempre que viajas te gusta … No seamos hipócritas.

  2. Eso sí, que tampoco te desanimen, que, como dice el refrán, «no está hecha la miel para la boca del oso», y si el que las lee no ve más que otra historieta, sera xq no aprendiò a»leer», solo a traducir lenguaje escrito. Un abrazo.T.I

  3. Al contrario T.I. Esta terapia nacio y morira con un proposito, un fin, y ese es ayudarme a mi mismo. Lo demas, bueno o malo, sera bienvenido.
    Un beso a todos, ha sido de nuevo un dia emocionante. 32 comentarios bien merecen una cervecita, stais invitados

Deja un comentario