No soy psicólogo, tan sólo es un oficio. No soy tímido, tampoco extrovertido, ni simpático, ni antipático. Puedo ser generoso o no serlo, ser locuaz o permanecer callado. Soy capaz de entusiasmarme o ser aburrido, de ser amigo o despiadado. No me cuelguen etiquetas que no valen de nada. No soy disciplinado ni tampoco hacendoso, ni genial, ni complejo ni decidido. No soy normal ni tampoco extraño. No soy envidioso pero sé lo que es la envidia, ni celoso, pero conozco ese charco, ni atractivo, aunque quiero pensar que alguna vez atraje. No soy todas las etiquetas que nos ponemos a nosotros mismos, pues nos limitan y nos condicionan hasta el exceso. Nos creemos que somos de una forma, como si la personalidad fuera algo estático en el tiempo hasta el infinito. Un grave error que puede terminar marcando nuestra vida.

Todo es muy relativo. Puedo ser pobre de dinero y rico de sensaciones. Puedo ser orgulloso de mis acciones y humilde con mis logros. Podemos ser quien queramos ser, desaprendiendo lo aprendido, poniendo en valor y en reflexión todas las experiencias que alguna vez marcaron nuestros rasgos. Nadie tiene la potestad de decirte quien eres y qué haces aquí, al igual que nadie puede poner barreras a tus inmensas posibilidades de mejora.

Yo quiero ser quien elija mi forma de pensar, mi forma de sentir y mi manera de ser. No quiero imposiciones por haber nacido o existido en uno u otro sitio. No quiero aceptar que mi entorno dirija mis creencias, la sociedad mis prejuicios y mis vivencias mis miedos. Me niego a ser sumiso de todo lo que he vivido.

Yo quiero reflexionar sobre mis propios valores, poner en duda los dogmas, quedarme con ideas que me llenen. Yo quiero sentarme con la naturaleza, no para intentar comprenderla, sino para respirarla. Yo quiero entender que la belleza es cambiante a los ojos de quien la admira. No quiero banderas que no significan demasiado, ni razas que nos distingan, ni ciencia que no se comparta para hacer del planeta un lugar agradable para todo el que lo habita.

Sólo eres cuando estás de verdad. Sólo eres cuando saboreas, cuando besas, cuando duele y cuando tocas. Somos lo que hacemos para ser lo que pretendemos ser. Somos el instante, la sonrisa y el aire que aspiramos. Somos la inspiración del momento, el arte de un gesto cariñoso y una mirada cómplice. Somos los abrazos sinceros, el salto al precipicio y la locura de arriesgarnos. Somos aquello que queramos ser, sin condiciones, sin obligaciones y sin más compromiso que no dejar de intentarlo. Que nadie te diga que no puedes reinventarte. Seas como seas, no creas que no puedes cambiarlo, y si no prueba a definirme, terminarás acertando, es posible, pero quizás tan sólo acertando a equivocarte…