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No se trata de haber vivido lo que casi nadie, no hace falta haber acudido a una guerra ni a un milagro. Para leerme, para entenderme, solo tienes que ser persona, o querer serlo al menos, tener consciencia o conciencia, real o virtual, da igual el algoritmo.
No preciso que aupes grandes valores pero sí grandes esperanzas. Al menos un halo de sinceridad sobre el que cimentar un progreso humilde pero sin pausa. Yo mismo me culpo de todos los pecados de los que ahora reniego, pero quise que dar pasos adelante no cayeran en vano, en el olvido, y que cada minuto de mi vida tuviera un sentido, real, imaginario, es lo de menos…
Sólo nos tenemos a nosotros mismos, únicos hasta que queramos serlo, relevantes hasta que decidamos, necesarios si no nos movemos, vivos o muertos… lo que demandemos.
Y mis letras son claras, o al menos precisan serlo. El cambio es posible, es humano, trasladar actitudes de un extremo a otro, lo que ninguna especie supo hacer sin intervención divina. Ahora es el momento de hacerlo, sin miedos, nada que perder, mucho que construir, y sólo tú responsable del cambio, héroe o villano de tu mundo, de tus mundos. Amado, querido, agasajado, o prefieres odio y violencia, desagrado por lo vivido. Eres humano, te toca demostrarlo, te toca reclamarlo…
No tengo más armas que la palabra para convencerte, las palabras y los espacios, los espacios y los silencios. Tan universal como solitario. De ti depende, simples fonemas engarzados o complejos entramados de sentimiento, de sentido.
Sólo tienes que alzar tu mano, firme, ante la duda, y proclamar con ojos emocionados que no pasarán, que serás barrera fiel cercana a la dignidad, al respeto a uno mismo, que sólo empieza en tí, y que se extiende a los demás para ser confirmado. Equivócate si es lo que has de hacer, pero no dudes, la duda es no acertar. Y aciertas en el momento que te decides.
De ti dependes, de ti dependo, de ti dependen. A ti va dedicado.

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