La mejor de las novelas, sin duda. Creciste en un pequeño pueblo, de calles encaladas, en el que el Sol aparece noble hasta la penumbra, de esos lugares en el que el tiempo no corre, camina. Habitabas en casa humilde pero no faltaba un puchero, una fruta fresca y un chocolate los domingos. El aburrimiento apaciguaba sentidos tanto como los educaba. Pasaste inventando mundos durante una infancia de salud débil, tanta imaginación en un envase tan frágil.
En una época en la que había poco que elegir, un día, sin más, empezó tu aventura, tan fascinante como peligrosa, tan triste como enriquecedora. Madrid, tu destino, nada que ver con tus casas bajas de fachadas blancas, nada que ver con la mirada de una madre que no veía más allá de tu nuca, porque no le importaba nada más. Tu empresa, sin ser empresa, herencia de la ignominia, asesina de libertades y creencias, y todo por una bandera que cada día iba perdiendo color. Destinos peligrosos, lejanos, amigos caidos, maniobras en medio de la nada, juicios a destiempo, sinsentidos en un mundo sin sentido, y con cuatro almas en casa a la espera de una voz tranquilizadora, la que siempre dabas, la que quizás no estábamos preparados para oir…
La mejor lección que dió a sus hijos, el esfuerzo y el talento no estan reñidos, se necesitan tanto como se repelen a veces, pero puede hacer que termines proyectos, dar paz a tu alma, fuerza a tu corazón. Y con esos ingredientes te superaste, una licenciatura, una enfermedad, un matrimonio, una paternidad. Obstáculos que convertías en virtudes de tus mundos, siempre con la mano tendida al que no ve lazos por ningún lado. Tu calidad reside en tu destreza tanto como en tu fuerza de espíritu, y eso me hace estar seguro que, en tu vida, nadie que se haya acercado un poco al umbral de tu alma habrá quedado indiferente. Para bien, para mal, los sumergiste en un océano de posibilidades desconocidas hasta entonces. Y sigues luchando como el primer día, cada domingo cuando te vas, cada paciente que recibes, cada palabra que a tus hijos dedicas…y siguen sin dejar indiferente…
Como te digo cada año por esta época, te admiro tanto como te quiero y te respeto tanto como te necesito. No entiendo mi mundo sin tu genética, que es la mía. Mis letras son mi único homenaje, sin ser mías, porque tu me enseñaste… a escribir la mejor de las novelas, la nuestra…
Feliz Cumpleaños Padre
Que bonito Kike, cuanto amor.Como ves, sigo con tu terapia.Mil besos!
gracias
el anhelo de cualquier padre, que su hijo le reconozca…
Aunque ni siquiera te conozca, me has hecho llorar.
Precioso.
Gracias.
gracias anonimos!