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Lunes de lluvia y tráfico. Ya los rostros desencajados propios de tal día miran hacia el cielo con la boca abierta y las mejillas salpicadas de agua sucia. Los niños corretean por aceras con mochilas que doblan su peso, pensionistas que se acercan a la Caja a ver si sus ahorros siguen en pie, y una marabunta de tubos de escape que hace temblar al mismísimo Hades. Y es lo que nos queda, al menos cinco días por delante del mismo color gris, ese que hay por las mañanas a la hora del pringao. Anhelo esos años de estudiante sin ser estudiante en los que tenía verdaderos problemas para llegar al desayuno de la residencia, en los que vivía de verdad, sin responsabilidades, sin deudas, sin coches ni casas que pagar… y encima aprobaba…
Bueno, nos queda la ilusión de un Viernes que parece lejano.
Gracias, tengo que daros, por las visitas y los comentarios que últimamente haceis en la página. Dan sentido a esto…

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