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Nos quedan los Indios…

En éstas noches veraniegas en las que la brisa se mezcla con el silencio, si tiene usted suerte y el insomnio le acompaña, podrá disfrutar de alguna de esas películas del oeste americano protagonizadas por grandes del cine de otra época. Anoche me tocó a mí, y sin comerlo ni beberlo me ví envuelto entre tiros y orgullo. Proyectaban “La Diligencia”, de John Wayne, película antiquísima pero no por ello menos buena. Imaginen el cotarro. Indios y vaqueros dándose jeroma a base de bien y sin ningún miramiento. Ya saben, el típico sheriff con cara de pistolero, el prófugo, el jugador de cartas, el banquero, la dama, la puta, el borrachín de turno y el gordinflón que hace de hombre bueno. Poco más, aparte de unos Apaches cabreados que cabalgaban como locos por aquellos arenales. Y muchas balas sin motivo. Que si el banquero me ha mirado mal, que si el borrachín se pasa de vueltas, que si la dama es mía y sólo mía… Todo tiros y Jerónimo tocando los huevos de cuando en cuando con sus amiguetes del gatillo flojo. Un descontrol, pensé en un primer momento. Ahí no hay quien monte una familia ni con Zapatero subvencionando alquileres. Pero nada más lejos de la realidad, o quizás nada más cerca, y es que al final, y perdonen que les reviente la peli, pero tiempo han tenido de sobra para verla, tras mucho gallito pistolita en mano y algún que otro desaire en plena calle, termina la historia con unos cuantos matariles y un solo tío en pié que camina a sus anchas lamentándose de su oscuro y ruín pasado…Hay cosas que no cambian, pensé, los mismos banqueros hijos de la grandísima, tanto sheriff sin placa venido a menos, bastantes putas, alguna que otra dama y borrachuzos para llenar cien trenes, por no hablar de los delincuentes malandrines que siguen campando a su antojo…. Y todos toditos, ojito al dato, mantenidos por el mismo, el gordinflón bueno que paga las facturas, echando 11 horas en la grúa, madrugando cuando la demás chusma duerme la mona, inconsciente de que, cuando se empiecen a repartir las balas, la primera viene con un dibujo de su gaznate en la espoleta… Así que lo único que queda es que aparezcan de forma inesperada los indios y llenen de flechas las tabernas del condado, y si puede ser, en hora punta, aunque cualquier hora es punta por estos lares. Ah, además no se olviden de avisarles que eso de las plumas ya no se lleva, no vaya a ser que Jerónimo y sus secuaces salgan espantados de algún garito de esos donde ni John Wayne tiene cojones a ponerse chulo, y encima tengamos que cargar con Caballo Loco en la sobremesa… Y es que en éste tiempo querría yo ver a esa pobre gente…

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