Aceptación, Compromiso, Humanidad, Inteligencia

Los Problemas no son Problemas…

La mayoría de nuestros problemas no son problemas. A lo largo de mis años en consulta he podido comprobar que, en muchos casos, la raíz de una emoción negativa es uno mismo. Es decir, y fíjese la contradicción, a veces somos la causa de nuestra propia circunstancia. Y eso es imperdonable. Porque aunque nunca es demasiado tarde para cambiar, el sufrimiento es una ola que crece cada día que pasa mientras no hacemos por pararla. Y no hubiera sido muy difícil atajarla cuando empezaba. Háganme caso.

Y para ello empecemos con lo más básico, las palabras. Muchas personas, yo incluído, en muchas ocasiones, verbalizamos incorrectamente, utilizando palabras que, en sí mismas, ya generan un estrés inconsciente del que es complicado librarse. Piensen en las veces que decimos no puedo antes de intentarlo, cuando nos repetimos que no somos capaces, sin haber probado suerte siquiera. Cuando nos creemos que somos de una manera concreta, cerrando la posibilidad de convertirnos en quien queramos. Abusamos de las etiquetas, el “yo soy” y los “debería”. Prefiero los “me gustaría” y los “yo estoy”. Los primeros son estáticos y angustiantes, mientras que los segundos son dinámicos y motivadores. Y todo eso lo hacemos nosotros, torpes al elegir simples palabras que, crean o no, marcan una actitud ante las circunstancias de lo cotidiano.

Podemos elegir lo que decimos y lo que hacemos, y tenemos que construir a partir de ahí, pues es la única manera de tener un papel importante en aquello que sentimos y pensamos, que, ya sabemos, no se elige. No está siempre claro que lloremos porque estemos tristes, pues a veces, sin estarlo, decimos que lo estamos y nace ese sentimiento. Pasa igual con todas las emociones, la alegría, la motivación, la inspiración, la rabia, etc.

Y para eso hay que estar en el presente, consciente de casi cada palabra, eligiendo un papel protagonista en tus conductas. No hablar tanto de problemas, sino de oportunidades de superarlos, ni de fracasos, sino de aprendizaje. Animar a los demás aún sin estar animado, fijarnos en aquello que da valor a las cosas y decirlo, no en donde flaquean. Se trata de no ser tan exigentes con nuestro entorno y sí con nuestros actos, que es lo único que decidimos. Se trata de cambiar las cosas empezando por nosotros mismos, no hay proyecto más ilusionante.

Y entonces los problemas ya no parecerán tan problemas, ni te inundará la pereza, y los imposibles estarán más cerca, porque los nombras como probables. Y te harás a ti mismo el favor más impresionante, provocando sensaciones que te disponen a tomar el mando de tu vida. Así lo intento con cada samurái que viene a consulta cada día, y son ellos mismos los que comprueban que manejan su existencia con cada gesto que realizan, con cada palabra que eligen, y eso los hace en el fondo más libres que nunca…

20141216-140006.jpg

Deja un comentario