Una de batallitas. No han sido pocos los correos de gente anónima y conocida que me sugieren que ahonde en aquellos pasajes bélicos de nuestro país que no salen en los libros de historia por educación o buenrollismo del editor de turno. Y es que ya saben cómo se las gastan por ahí arriba, así que comprendan la falta de memoria histórica, aunque para otros menesteres sea lo que más les sobre a esos mismos gañanes…
Corría el siglo XIV, dentro del marco de la Guerra de los 100 años, cuando el rey castellano, Enrique de Trastamara, se alia con los gabachos para darle jeroma a Mister Johnny y sus colegas, a los ingleses, vamos, por si no lo han pillado. Y al mando del ejército aliado el señor Sánchez de Tovar, almirante castellano, de los que tenían bien amarradas las intenciones y las pelotas, a saber…
La cosa es que, entre paisanos y mondieus, 5000 almas zarparon en 50 galeras por las costas cántabras hacia las islas de la Gran Bretaña en busca de lio con el fin de invadir y saquear cada town anglosajón. Fueron meses de lucha encarnizada en los que el ejército hispano-franchute hizo suyo islas del Sur del continente inglés, saqueando con descaro y sin pudor cada city o comunidad de vecinos con la que daban, dejando a los Johnnys en un brete en su propia tierra. Al poco de los saqueos de Wight, Rye, Rewes, Porstsmouth, etc, y tras un break merecido, enfilaron el Támesis para poner proa rumbo al Londinium romano y asediar la capital en una batalla que hubiera durado pocas horas ante lo mermado de las tropas inglesas. De camino, arrasaron Grevesand, a pocas millas de la gran ciudad, no quedando piedra sobre piedra allá por donde pasaban los barcos de nuestra armada. La victoria total parecía un mero trámite, pero no fue así, escuchen…
Siguen sin explicarse los historiadores como pudo pasar que , tan cerca del objetivo final, la flota aliada diera media vuelta para combatir en el asedio de Lisboa contra los portugueses. La cosa no está clara, pero, según se cree, el Rey de Castilla se encaprichó en el último momento con dar matarile al Rey de Portugal, con el que tenía sus más y sus menos, dando de lado una conquista más que segura en la isla de los ingleses, los mismos que acabarían con la hegemonía castellana por los mares pocos siglos más tarde. De esas se libraron, porque Sánchez de Tovar pereció en el asedio portugués y la campaña del Norte fue olvidada para siempre. Fue lo más cerca que hemos estado de mojar la oreja al perro inglés, pero, como suele ocurrir, intercedieron para mal reyes de tres al cuarto, dando al traste con todo. Es lo que debió pensar el bueno de Sánchez de Tovar en aquellas, volviendo atrás sobre sus pasos ante una victoria segura, fastidiando si cabe la mera posibilidad de quedar medianamente bien retratado en los libros de historia. Eso le queda. Eso y un humilde epitafio en su tumba de la Catedral de Sevilla recordando su gesta y sus honores, además de mi respeto y mi reconocimiento ante su santo sepulcro, otra tumba más de una maldita España que sólo tiene memoria para lo que le interesa…
me gusta cuando escribes de historias de otros tiempos. tu articulo es digno del mejor articulista. sigue asi kike. estoy segura que llegaras donde te propongas. asi tendra que ser por el bien de todos los demas.artista
ESTOY DEACUERDO CON ANA. SOY AFICIONADO A LA LECTURA DE NOVELAS Y PERIODICOS Y CREO FIRMEMENTE QUE LE SACAS MUCHA VENTAJA A MUCHOS DE LOS AUTORES QUE ME TENGO QUE TRAGAR. SIGUE POR AHI Y SE TE ABRIRAN NUEVOS CAMINOS. SEGUIDORES NO TE VAN A FALTAR. EL LIBRO ME ESTA ENCANTANDO PERO NO ESPERABA MENOS. UN ABRAZO
buena la historia de hoy. que pena que no terminaramos de invadirlos. a lo mejor hoy no se me atragantaria tanto el ingles porque el idioma mas comun seria el español. cosas del destino. un saludo kike