Uncategorized

Hacienda asesina

Hoy tenía Antonio el gesto torcido. Alguna vez les conté las mil y una formas de preparar el café de mi sufrido compadre Antonio, ese que cada mañana me hace reverdecer la primera sonrisa del día con algún chascarrillo improvisado pero ingenioso. No era el caso, éste Lunes de resaca cofrade ví nuestro amigo detrás de una montaña de papeles frunciendo el ceño, torpe con el bolígrafo, como quien rellena encuestas en chino. Al pagar me acerqué a la barra buscando su mirada cómplice pero no hizo amago de dedicarme una mínima brizna de su tiempo. Me invadía la curiosidad, quise saber que tipo de trampa hacía que ese artista incomprendido olvidara sus habituales historietas matutinas allá por cada mesa que servía. Sólo acertó a decir -Los de Hacienda, que me tienen fritos…-, sin levantar la mirada. Recogí la vuelta y me fui, y mientras subía al trabajo iba pensando lo mierda que es un mundo en el que la burocracia y los protocolos hacen que el artista sucumba ante el agobio y aparque obras de arte en el rincón de la desesperanza y el olvido, dejando huérfana sus inquietudes y mis pocos minutos de disfrute, asesinando intuiciones y buenos momentos… y es que así de mal nos lo hemos montado, y es lo que nos queda, Hacienda mediante…

3 thoughts on “Hacienda asesina

Deja un comentario