Hoy cumple 31. Lo conozco. Imagino que nació con un grito desgarrado, abrazando la vida desde el primer día, como aún hace. Crecimos, aprendiendo a respirar la inocencia, jugando a ser adolescentes en un pueblo que nos sobraba para ser felices. Coloreamos las calles de momentos, de secretos a medianoche y conquistas furtivas. Lo recuerdo decidido, vital, con el mismo coraje que ternura. De esos tipos que jamás evitan la mirada, provocador de sonrisas y pintor de locuras.

Tenaz como pocos, no admite un no por respuesta. Inventa maneras de sacar tu mejor versión, disfruta viendo feliz al que ama y siempre está dispuesto a exprimir el instante. Su inteligencia intimida, hasta que te tiende la mano, y entonces te sientes seguro a su lado. Su impaciencia agota, hasta que entiendes que el mundo se rinde ante alguien que sabe hacia dónde va. Su familia es oro molido del que no queda.

Valiente, construyó su universo de la nada. Generoso, da más de lo que recibe. Genial, su obra lo dice. Esencial, para mi vida y la de otros. Eterno, porque sus acciones permanecen incluso cuando se va. Un cuerdo irracional, un bondadoso altivo, un ser humano por condición, cercano, fiel a sus valores, a la grandeza de un apellido, al amor por su madre y al calor de sus amigos. Luchador, detallista, distinto, bendecido.

Corre contra los miedos, silencia los temores con acciones, pues piensa menos de lo que siente, y hace más de lo que cuenta. Dibuja la existencia de retos, desafía al destino con improbables, logra que sucedan y vuelve a empezar de nuevo. Alegre, distinto, locuaz, noble hasta la extenuación, héroe, inmortal, sus hazañas las cuenta por cientos, compasivo, sensible, honrado, intuitivo. Conoce los peores lamentos del alma, y eso le hace humano. Su honor le devuelve orgullo desde el cielo…

Humilde, digno, la honestidad es su bandera. Su patria es la infancia. El tiempo no lo espera. Sigue transitando donde otros nunca llegan. Se arriesga, se equivoca, aprende, sonríe y se levanta. Busca caminos que nadie encuentra. Le da la vuelta a todo, pone el mundo al revés y hace que funcione. Vive para desvivirse, dejándose el aliento, demostrando en época de crisis que imposible es tan sólo una excusa. Y así continúa el sendero, con el corazón cargado de emociones y recuerdos, seguro de sí mismo, imaginando la manera de mejorar el paso de los que tiene cerca. Caminamos juntos, amigo, orgulloso de llamarte hermano, brindando por lo vivido y todo lo que nos queda…

Felicidades Tomás!