Aceptación

Esa que me Atrapa…

Se trata de ti. Se trata de convertir los miedos en retos, las penas en coraje y el corazón en tu forma de vida. Se trata de sentir sin ver y ser tú sin pensarlo. Volver al juego de la infancia, a tu locura adolescente, sin perder la calma más adulta. Hacer música del movimiento y besos de tus gestos. Dar por hecho que nada lo está, y que la violencia mata todo menos eso.

Se trata de los instantes, no de lo eterno. De los momentos, no del tiempo. De respirar suspirando, inspirando sin respiro. De acertar a fallar, todo lo que puedas, que es allí donde se aprende. De jugar a perder, sin miramientos, que sólo así se gana. Te hablo de morir viviendo, sin tener, más que recuerdos, sin ser más que tú.

Te digo de amar, aunque duela. De tentar la suerte, que el azar hará justicia. De inventar, hasta acabar reventados. Contar leyendas, que la historia ya se sabe. Juntando desvarío, que de cuerdos está todo escrito.

Te hablo de guerra contra ti, para tener paz. De elegir, de querer, de abrazar. De olvidarte de olvidar, y buscar hasta encontrarte. De ternura y sensibilidad, de afecto sin promesas. De una ahora que no es mañana, porque ayer ya se fue.

Mucho más que unas letras, una historia. Muchos más que el cielo, sus estrellas. Mucho, demasiado, aún más. Un sentido en el sinsentido. Sin reglas ni rima, con arte y sensaciones. Que el significado se conoce, y no traduzco al alma.

Aún mejor, si cabe. Pues te digo de la maldición bendita de los que se arriesgan a atreverse, los que se entregan, hasta la muerte. Los que niegan el imposible, descubriéndolo improbable. Los humildes, los sinceros, los honorables, los certeros. Los nobles, los honrados, los pacientes, los guerreros. Hijos de un dios divino, la insistencia. Hermanos del coraje, padres de la constancia.

Se trata de todo eso. De ti. De tu futuro. De perdonarte el pasado y decidir por tu presente. De ser, sin poseer. De reir sin sospecha, y regalar, sin esperar. De hacer, con pasión, sin temores, con entusiasmo. Del camino que queda y del escondite que dejas. Se trata de ti, por tu bien, y de mi, por mi fe. De un mundo que te escucha, de tu grito que lo calla, y de ese veneno que te mata, que es la vida que te atrapa…

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