Aceptación, Compromiso, Humanidad, Inteligencia

El Secreto…

Vamos, suelta el peso que te ahoga, hazme caso, que no pasa nada, y que el mundo al final honrará tu prosa. Deja el odio, que con perdón te haces libre, y que te hace mejor quien más daño te hizo. Deja el orgullo, que es un fantasma que se desvanece cuando se pone delante de ti, y que ser humilde es ganarte una existencia serena. Suelta las sospechas, que de certezas vamos sobrados, y ya no digo de intuiciones. Libera tu existencia de supuestos imposibles, que ya habrá tiempo de contar que no lo era cuando ocurra lo contrario. No hables de culpas, sino de responsabilidad, que en ti está el principio de tantas cosas. No digas problemas que son oportunidades, ni miedo pues es arte, ni difícil, porque es apasionante.

No necesitas nada, excepto a ti. Dispuesto a vivir pesadillas que no dejan de ser sueños, lágrimas que terminarán por ser de alegría, sudor que se convierte en fortaleza, y sangre, mucha sangre que sólo derrama el que pretende seguir vivo. Decidido a recibir las aventuras más increíbles, las personas más impresionantes y los momentos más perfectos. Sin más vergüenza que la educada, sin más temores que el respeto. Con esa lógica descuidada de los locos que se empachan del presente. Valientes, furtivos, alquimistas de amor y magos de la sonrisa. Reinventando un mundo que parece de mentira.

Yo te propongo ser humano, que vivir no es sólo estar en la vida. Es atreverse, tentar la suerte, ser sincero. Una improvisación genial de cualquier amante de lo bello. Un discurso amable pero arriesgado, y tu historia por delante en la bandera. Una propuesta sin límites, la de ser tú, y elegir, elegir lo que quieras. Dejar de hacerte preguntas, pues sabes las respuestas. Olvidarte de lo que debes y acordándote de lo que puedes. Amarrado a la esperanza, sin más razón que la emoción, ni más motivo que motivar todo un universo que te espera.

Vamos, suelta, que toca volar. Que la tierra acaba pero el cielo es infinito. Que no vinimos para mirar, sino para admirar. A buscar la manera de perdernos hasta encontrarnos. A existir con descaro hasta que el tiempo se acabe. A escuchar el susurro de los que ya marcharon, vivir, tan sólo eso, quién sabe si el único mandato divino en el último juicio de la vida.

Venga, salta, que sé de tus ganas. Que sé de tu corazón y de la fuerza de tus alas. Que sé del coraje guerrero de tu espíritu y de la valentía excelsa de tu alma. Y que nos halle la muerte sin estar escondidos, buscando con empeño el secreto mejor guardado. Que yo si quieres te lo cuento, amigo, no te preocupes, que yo te lo cuento. Que el secreto de la vida es tan sólo eso, que va de vivirla, nada menos, nada más, que es ahora cuando empieza, y que aún estás a tiempo de agarrarla…

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