Aceptación, Compromiso, Guadalquivir, Humanidad, Inteligencia, Personajes

El lugar de los lugares…

Estamos acostumbrados a pensar que lo de lejos es lo mejor, que lo nuestro no es tan bueno, y que viajar es una experiencia única. Puede que esto último sea verdad, pero no por las cosas que veremos cuando estemos fuera de nuestra tierra, sino por la actitud que tenemos cuando eso ocurre.

Yo he viajado a miles de kilómetros de casa, he volado a lugares insospechados, he visitado sitios increíbles de postal, y en todos ellos he disfrutado la sensación de ser afortunado por estar allí, desde luego, pero siempre he guardado al mismo tiempo una puñado de orgullo por el lugar del que vengo, no siempre valorado, por mi y por todos.

He visto amaneceres en Bali, con silencio en los arrozales empapados que iban reflejando las luces de un nuevo día, pero también lo he visto en la Sierra de Cazorla, con esos olivos dejando entrever el alba magnífico que asoma despertando el alma de cualquiera que lo vea. He visitado playas salvajes en Mozambique, con la naturaleza como única testigo de una experiencia inolvidable, pero no lo desmerece una tarde en las playas de Bolonia, Cádiz, mi preferida, con las ruinas romanas de fondo, juntando historia y serenidad en un entorno envidiable. Y he probado los manjares exquisitos de Indonesia, pero me quedo con las gambas y el jamón de nuestra Huelva. Que ellos me perdonen, pero ni punto de comparación.

Que la gente que conocí lejos fue buena, pero sin igual con la gracia de mi pueblo, ese acento de Almería, con su desierto de Tabernas. He navegado por mares infestados de tiburones en Sudáfrica, pero nada como bajar el Guadalquivir buscando el Océano de Sanlúcar. Ni vi tanta historia y sabiduría como en Córdoba, musulmana como Malasia, donde estuve, pero háganme caso,  ni parecido. En ningún lugar tuve la sensación de libertad de bajar esquiando el Veleta en Granada, ni la alegría de Málaga en su feria, ni las luces y olores de primavera en Sevilla.

Ahora que está de moda eso de conocer mundo, que a mi me encanta, toca mirar adentro de lo nuestro, llenarnos de experiencias de lo que tenemos justo al lado, ese sentimiento llamado Andalucía que suena acomplejado fuera de nuestras fronteras. Pues yo, que me he perdido en muchas partes del mundo, vengo a encontrarme de verdad conmigo justo cuando estoy por aquí cerca, aunque para eso haga falta valorar más lo que se tiene, permanecer con los ojos abiertos ante lo que venga, y abrazar una tierra de la que a veces nos olvidamos, y a la que le debemos demasiado todavía…

 

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