Lo reconozco, no he dado un euro para Haití. Ahora me justifico. Y es que hoy vengo dispuesto a amargarle el cola cao a más de uno. Me la trae floja si me echa un mal de ojo o le pone dos velas negras a la santa madre que me parió, pero es que me apetece decirle a usted un par de verdades, ahora que lo tengo enfrente de mis letras, por mucho que me esté jugando su visita en el futuro. Aunque, si le digo la verdad, eso también me la trae floja, perdone que le diga…
Me refiero a ese puto mensajito de móvil que ha mandado para ayudar a las víctimas de Haití, a esos diez lereles que ha ingresado en la cuenta de algún banco chusquero para solidarizarse con las víctimas del terremoto. Y listo, ya usted puede andar tranquilo. Ha cumplido con la conciencia, la suya, vamos, no precisamente con la de los pobres haitianos, pudiendo, ahora sí, irse al catre contento de su estampa, sintiéndose ciudadano de primera por soltar limosna en el mejor de los casos. No es necesario que me lo explique, sé de sobra que eso de quedar bien mola, pero disimule, hombre, disimule…
Un poquito de demagogia viene al pelo. De camino al trabajo usted se ha cruzado con cuatro indigentes, doce parados que no tienen ni un duro, veintidós padres de familia con los bolsillos helados de frío y ciento doce gilipollas de camisa mona y palabrería barata que le dan la razón a oenegés de mierda y Cruces Rojas de los cojones, aunque solo sea por quedar bien en la cola del bus o en la del pan. Con toda esa fauna se ha cruzado hoy, y aún se empeña en tirar de calderilla y poner encima de la mesa los huevos para marcar el teléfono del telemaratón de turno, ese que ponen en la cadena que le manipula día sí día también, donde el Jefe gana lo suficiente para sentirse avergonzado y el que más y el que menos se rila por ocupar su silla, sin moral ninguna, midiendo el éxito en índices de audiencia, aunque para eso tengan que reventar los valores humanos que hagan falta. Los mismos que mañana decidirán que los pobres haitianos ya no son noticia, que no vende, y le enseñarán la última de la Esteban o el ligue de verano del Paquirrí, faltando el respeto a la memoria. Y encima usted contribuyendo con la farsa y riéndoles las gracias en la sobremesa, manda carajo colega…
Tome mi consejo o haga lo que quiera. Dese un paseo por las tres mil viviendas en Sevilla o el Torrejón en Huelva, pasee la hermosa talega por el Raval de Barcelona o Vallecas en Madrid. Ni siquiera eso hace falta. Zapee por uno de esos programas que muestran la miseria más absoluta en nuestras propias ciudades, así no se manchará los zapatos con la mierda de esos barrios y esa gente. Me vale con que compruebe que al lado de su casa también viven haitianos, y sin terremoto ni golpes de estado al uso, sin marketing ni maratones, iluso de mí…
Sea usted consecuente al menos y déjese de medianías. Empiece por echarle un cable a los que están cerca. Igual así me creería toda esa pantomima de la solidaridad y el buen hacer ciudadano. Toda esa metralla mediática insolente. Y todo para que el aprovechado de turno meta la mano y se quede con la plata, como pasa casi siempre. Pero eso a usted se la trae al pairo, eso ya lo sé. Con dejarse los cuartos y pasar a otra cosa ya le vale, menudo delito…
Mire, si aún continúa leyendo, le diré, pienso que el problema de Haiti, como tantos otros, y en eso meto a los Palestinos, Congoleños, Tibetanos, Coreanos, y otro cuantos, es un problema humanitario y político, exclusivamente, donde casi siempre una potencia corta el grifo en función de los intereses, quedando de lo lindo ante la opinión pública solicitando ayuda urgente por la desgracia que toque, valiéndose para ello de la bondad del currelas. Y me ha dado la razón un corresponsal esta mañana en el telediario, quejándose de que las ayudas no llegan ni por asomo. Por todo eso y por mucho más no doy un duro para cosas de estas. Es más, usted tampoco debería darlo, a no ser que por aquí anduviésemos medio finos, que no es el caso. Aparte, me solidarizo en forma de letras con el pueblo de Haití, que no tiene culpa de nada, ni de los políticos del primer mundo ni de su mala pata. Con ellos y con mis conciudadanos, borreguitos que cantan al unísono el himno de la mentira mientras doblan la esquina encantados de haberse conocido…
Chúpate esa amigo lector o lectora, ahora sí que tiene motivos más de una para ponerme a caldo por correo. Con su pan, he dicho…
Ha quedado bien claro. Duele escuchar verdades. Yo me culpo de ser uno de esos que dan guita para haiti y pasa por encima de los de aqui. Aunque con pena. Deberian tomar nota los politicos y los medios de comunciacion de todo este engaño. un abrazo.
EEEssso!!!!
BRAVOOOOOOOOOOOOO!!!!!!!!!!!! Por fin alguien que pone letras claras a esta pantomima!!!! Ya no sólo por lo de Haití, sino por aquella gente que se va a otros países para ser solidarios!!enga ya hombree…pero si en tu misma ciudad hay suficiente miseria y pobreza para que colabores con tus propias manos, pero claro, no queda igual de bien decir: Estoy de ayuda humanitaria en Las tres Mil en Sevilla, que decir que está como voluntario en Angola, por ejemplo!!venga hombreee….Al final, vaya hipocresía!! Es mi opinión..
Besos Kike, a ver si vienes pronto a casa que se te echa de menos, hasta el Xiko!!!
María Vázquez
Que a gusto te habrás quedao!
verdades como puños.