Guadalquivir

Día 13.Lora del Río. Malos tiempos…

La vega del río fue hoy amable. Los caminos me han llevado a Lora sin muchos problemas a parte de los 28 kilómetros que marca mi podómetro, y he podido descansar de decisiones sobre qué senda elegir e ir esquivando piedras que hacen polvo los tobillos. Cuestión simplemente de seguir andando y llegar a mi destino, como pocas veces ha ocurrido. Esa tranquilidad me ha posibilitado dejarme llevar un poco por las sensaciones y reflexionar sobre lo que me he encontrado hasta ahora en mi aventura, y la verdad es que a uno se le cae el alma al suelo al comprobar que la cosa está muy pero que muy mala. Y ahora vienen los políticos con las rebajas, algo tarde, créanme, para el daño que ya está hecho. Desde Cazorla vengo observando síntomas que dan buena cuenta del problema que tenemos entre manos. Fundamentalmente la desigualdad tan enorme que existe entre la clase alta y la media, no digamos la baja. He visto pensionistas, muchísimos, malviviendo con cuatrocientos euros que de antemano tienen repartidos en pagaderos insulsos. He visto padres de familia echando doce horas para acercar un plato a la mesa de su familia, madres vistiendo trapitos al por mayor y chavales trabajando en el campo a primera hora de la mañana. Y en ese punto tienes dos opciones. O pensar, bah! se lo han merecido! Por no haber puesto empeño en su momento, eso o pensarlo un poco más y llegar a conclusiones que dan miedo. Juguemos a no engañarnos.

La realidad es que quizás hayan tenido muchas menos opciones que quien les habla para asomar la cabeza un poco y vivir con un mínimo de dignidad. Y no se equivoquen, dignidad no es tener hipoteca y ropa de domingos. Dignidad no es irse a la playa de vacaciones o celebrar la comunión del retoño. Señores, dignidad es sentirse vivo, tener tiempo para dedicarse a uno mismo, participar de las actividades del pueblo de turno con convencimiento de formar parte de una cultura sana, de sus ferias y sus romerias, pero sin tener que acudir al exceso, de alcohol o de lo que sea para poder disfrutarlas. Dignidad es no tener que mirar al suelo ante el poderoso ni ir mendigando jornales al cacique que se jacta del Mercedes último modelo que tiene en la puerta.

Y de aquellos lodos… y es cuando aparece gente que sobrevive a base del miedo, y eso les hace temer cuanto les rodea, descuidando la educación y las formas por la desconfianza que le genera todo lo que se mueve a su alrededor. No se equivoquen, clases sociales solo hay una, la alta. Las demás son subclases que pagan los platos rotos de los otros, buscando entre la basura las migajas de unos cuantos que viven mejor que quieren y aún así sonríen con desprecio.

Pero hay una cosa que no termino de entender. No comprendo cómo nadie se rebela ante eso. Me refiero a los que no tienen nada o poco que perder, a los acogotados por el poder del maleante que huele a Channel. Viviendo puerta con puerta con ellos, a dos pasos en la misma acera. No me explico cómo nadie se atreve a alzar la voz o el puño contra gentuza que vive del engaño. Debería estar mal vista la opulencia, herencia de otra época que aquí en Andalucía venimos sufriendo hace siglos, da igual el color político del alcalde que mande en el ayuntamiento, de eso estoy seguro. No sé si es que no sabemos que ahí al lado, en Europa, hay regiones en las que se gana más del doble, con la mitad de recursos de los que tenemos aquí. No sé si sabemos que tenemos la posibilidad de elegir lo que queremos, de cambiar a quienes nos dirigen, y no sólo con echar una papeleta cada cuatro años en una urna. Pero en vez de eso, entonamos el virgencita que me quede como estoy y esperamos a la siguiente juerga para olvidarnos de nuestros pecados y contribuir al engaño más antiguo de todos los tiempos.

Y en cada pueblo se repite la estampa. Los mismos caciques, los mismos descamisados, y la misma sensación de impotencia que me corroe por ver una patria, la mía, deshacerse en pedacitos porque no nos pusimos deacuerdo en lo esencial. La vida es mucho más que un horario de Lunes a Viernes, un sueldo a final de mes, tristeza los domingos y alguna lágrima cuando sale la virgen de tu pueblo. La vida está para vivirla, y si bien hace falta ganar cuartos para poder disfrutarla, creo que el secreto está en dar sentido a cada minuto que respiras, ya sea trabajando o de juerga, porque dejarse llevar es el peor deshonor que existe, morir en vida sin darte cuenta de que tu camino puede ser verdaderamente maravilloso si te atreves a aprovecharlo, por piedras y alimañas que lo crucen…

Perdonen la arenga. Lora del Río, fiel ejemplo de lo que hablo bien merecía un desahogo en forma de letras. Mañana llego a Carmona, despidíéndome del Guadalquivir hasta que me reencuentre con él, el Lunes en Sevilla. Sanlúcar se me aparece en sueños, sueños cada vez más nítidos, a pesar de mis piernas y mi conciencia, resquebrajada por lo que tiene que ver en cada zancada…

Fotos y videos de hoy pinchando abajo…
http://www.flickr.com/photos/50063804@N06/sets/

5 thoughts on “Día 13.Lora del Río. Malos tiempos…

  1. Hola Kike! Aqui me tienes nuevamente para darte ánimos. me gusta lo uqe has escrito. ¿ que razón tienes !y que razón tienes en este parráfo…La vida está para vivirla, y si bien hace falta ganar cuartos para poder disfrutarla, creo que el secreto está en dar sentido a cada minuto que respiras, ya sea trabajando o de juerga, porque dejarse llevar es el peor deshonor que existe, morir en vida sin darte cuenta de que tu camino puede ser verdaderamente maravilloso si te atreves a aprovecharlo, por piedras y alimañas que lo crucen…
    ÂNIMO CAMPEÓN, A FALTA MENOS. UN ABRAZO

  2. Buena reflexión amigo. Yo que acabo de pasar hace poco por disfrutar los mejores meses de mi vida, doy buen sentido al discurso. Y más ahora, que paso por los peores, sin poder salir de Ubeda y condenado día tras día a seguir con un yugo en el cuello que me impide moverme.

    Ya vendrán tiempos mejores. Pero tú, mientras tanto, sácale el jugo a cada minuto, consciente de que lo que estás haciendo…ufff ningún cacique podrá probablemente hacer jamás!

    Un abrazo, Agustín de Ubeda

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