Enrique Vazquez Oria

Salvarán el Mundo…

Quizás tu historia no consiste en las veces que sufriste, ni en las cosas que te salieron mal, ni siquiera tiene que ver con los fallos que tuviste ni los días que dejaste de acertar. Quizás tu historia no está llena de errores ni de tragedia, ni son excusas las que la mantiene, por mucho miedo que les tengas. Puede que sean temores, y vergüenza, y terrores que te dejan quieto. Puede que te hayas abandonado, es posible, o que quizás por fin te estés encontrando, escucha.

Pues es posible que tu sufrimiento sea el recuerdo de una guerra ganada, que tus errores fueran tu aprendizaje, y que los fallos te curtieran. Que los días tras una manta fueran la razón para dejar de hacerlo, la forma de entender a quien lo hace, y las excusas del pasado tus grandes motivos del presente. Puede que los temores y la inseguridad fueran conocimiento sobre ti, justo la fuerza para echar a andar y jamás dejar de hacerlo. Y es posible que abandonarse un tiempo fuera la mejor forma de encontrarse, a pesar de todo, para poder elegir bien tus pasos.

Que tuvieras que desconfiar del universo para confiar en ti, perder el rumbo para escoger el tuyo, perderte en tu pozo para empezar a iluminarlo. Conocer el lamento para poder reconocerlo en los demás, cambiando prefijos a la desesperanza y silencios a la soledad. Alejarte del camino para poder ver tu senda, la tuya y la de los que te acompañan, y los que vendrán. Estar en el pasado el tiempo justo de perdonarlo, y mirar al futuro con el ansia de quien sabe a donde va.

Vencer la angustia con sonrisas y tu inconsciente con conducta. Ganar la batalla a la pereza con acciones y a la depresión con coraje. Ver a quienes se miran de verdad y fundirte con ellos, esta vez sí, pues ya sabes de esas profundidades. Abrazar la cordura de hacer el loco de cuando en cuando, que eso significa estar vivo, y eso sólo lo sabe quien estuvo una vez muerto.

Plantarse justo en el centro de un salón de almas y desnudarte de vergüenzas. Decir libertad al miedo y comprensión a la culpa. Valientes sin remedio que cabalgan la existencia con descaro, pues sabemos de escondernos, sabemos de escaparnos. Y con eso, apenas unas palabras, hacer poesía de vida, con belleza en cada gesto, tan mortal que sabe divino, tan humilde, tan humano.

Quizás tu historia es justo eso, historia, y el destino te invite a reescribirla. En ti, en un hijo, en un amigo, o en un desconocido hasta hace un rato. Quizás tu ejemplo es un soplo de aire fresco para alguien, un suspiro para quien te escucha, o una luz para quien permanece a oscuras. Y es posible que estuvierais destinados a encontraros, tú y los demás, con el tiempo, para dar sentido a todas vuestras geniales luchas, ejemplos perfectos de los que un viernes cualquiera fui orgulloso testigo, y que siempre quedarán en mi corazón, pues sé que sus historias salvarán al mundo…