Enrique Vazquez Oria

Pura poesía…

Quise explicarle lo que dicen, lo que piensan, aspiro a escribir letras que signifiquen, mas temo hundir mi prosa en lodos olvidados, pero prefiero arriesgar a vivir en la mentira de quien no lo intenta, a sabiendas que no sabré poner música a tanta poesía reencarnada…
Y es que dicen sin saber que la belleza vive en lo efímero. Piensan sin decir que el amor se atraganta tarde o temprano. Susurran en silencio el idilio del infierno con días que se parecen. Obvian que tras la puerta de sus secretos existe un alma que no descansa para que sonrías a carcajada. Olvidan lo más sagrado del universo…
Pero yo conozco un lugar donde residen todas las virtudes en una armonía que engaña a lo breve, he paseado bajo un cielo azul que saluda al niño que descubre horizontes difíciles de enfrentar. He dado la mano al altruismo y en mi puño ha dejado rosas que no marchitan pues visten de olores agradables una brusca existencia. Y me han dicho al oído palabras de ánimo que se repiten en mi mente para no bajar la guardia, y yo, ciego en muchos momentos, no pude sino actuar como el Dios de mis actos acertaba a darme en consejo. Y no fracasaba nunca…
No sé explicarle, gentil ciudadano, verdades que nazcan de mi cosecha, pues no son mías, no sé hacer crecer ilusiones que no se me hayan regalado, perdone usted el plagio de sentimientos, no vienen siendo originales, pero tenga a bien recibirlos en sus brazos y dar ejemplo al que destierra lo que nunca debió.
Vuelva a perdonar mi entresijo de frases, que no pretende clamar otra cosa que una mujer que le dio la vida y que lo sigue mimando como el primer día, a pesar del transcurrir de los años. Y permitirá que le pida, buen hombre, que hoy al menos, gire su alma a sus mismos orígenes, allí donde nunca dejaron de esperarle con los brazos abiertos y el corazón encogido… y vendrá a caer en la cuenta que ni la belleza es efímera ni el amor se desvanece con el tiempo, y que al paraíso se llega de la mano de una madre que no aparta la mirada de sus pasos, por más que se empeñe el viento…
Todos los valores que abrazo, todas las cartas de amor que escribo, toda mi ciencia y mi altruismo se lo debo a ella, madre, bella y excelsa madre. Y sin embargo, a pesar de no poder quitármela de la cabeza, no sé ponerle letra a tanta poesía en movimiento, mas quizás valga una mirada y el lamento de no tenerla cerca…

Feliz Dia de la Madre, feliz fin de semana