Enrique Vazquez Oria

Paridas y Paridades..

La estupidez humana es innata, se hereda de padres a hijos, pero descuiden, también puede usted aprenderla si no nació con esa suerte. Habrán oído hablar de la Ley de Paridad, la penúltima idiotez de nuestros gobernantes plasmada en papel, que establece que en organismos públicos debe existir el mismo número de hombres que de mujeres en puestos directivos y de relevancia. Da igual la demanda y el currículo, es decir, que usted, siendo hombre, teniendo la misma nota en un exámen de méritos que una mujer, quedará relegado al olvido por cargar con miembro viril e invitados desde que asomó la cabeza por la flor de su madre, ya me entienden. Tal como lo veo, una discriminación aceptada, de esas mociones que no imparten censura ni levantan pancartas. Y cierto es que históricamente la balanza de la igualdad ha estado posada siempre de un lado, pero cabe pensar que es de burros y chapuzas compensar la injusticia añadiendo al otro lado de la pesa toneladas de idioteces. La paridad es buena, es positiva, enriquece, pero forzarla es como traer a los negritos de Kenia del cuello para que se integren en una civilización que ahora les rechaza. Así no se hacen las cosas, sobre todo cuando no hace falta complicarse mucho la existencia. Señores políticos, inútiles hasta que no se demuestre lo contrario, se trata de no discriminar por el sexo, ni por un lado ni por otro, que no se enteran de la movida. Y puestos a jugar a Fray Torquemada, discriminen entre políticos malos y políticos peores, y ríanse las gracias mutuamente, pero al humilde trabajador, al opositor buscavidas y al sacrificado jornalero deje de joderle la vida. Y si aún así no lo tienen claro inviertan el cotarro y den de lado a las féminas a la hora de adjudicarle empleo, a ver cuántas bombas lapa se encuentra usted mañana en los bajos de su coche… Ya ven señores y señoras, la Ley de Paridad, la última gran parida de los que viven de su insulso voto…