Enrique Vazquez Oria

Guillotinas a estrenar.

Otro Lunes que guillotina atisbos de humanidad. Curioso invento por cierto… La guillotina sirvió en la Francia de los Reyes apoltronados para decapitar gente viviendo del cuento. El pueblo se levantó en armas contra duques, condes y demás títulos de mala gaita con el propósito de hacer una sociedad más justa, donde la cuna tuviera importancia pero no fuera decisiva en los designios del personal. Y en esas que salieron a la calle nuestros vecinos gabachos con el mosquetón y la espada hartos de impuestos abusivos para financiar las caprichosas bacanales de la Corte y las guerras en lugares perdidos y rebanaron el gaznate de todo lo que oliera a monarquía y enchufismo. Y lucharon con el rostro afilado ante el poder establecido, ante las barbas acomodadas de quienes atosigaban sin rubor. Y vencieron, vaya si vencieron… El resultado, una nueva sociedad, un sitio algo más habitable, con unas leyes cercanas a la lógica y a la ciencia, aunque, si bien es verdad, con la lacra inherente a todo gobierno manejado por manos humanoides, pero menos, quizás, en apariencia. Y no será tan mala cuando aún hoy se sienten orgullosos, aunque entiendo que de burros con querencia está lleno el universo. Una época lúcida y agradecida, con aportaciones que cayeron en saco roto. Para que se hagan una mínima idea, hoy nos regimos por un Código Civil a imagen y semejanza del que, en su día, escribió de puño y letra un tal Napoleón, hace doscientos años, que ya ha llovido. Una lástima que no redactara un artículo que obligara a pasar por el guillotín a todo bicho viviente que olvide que la dignidad no se compra con dinero y que destruir libertades es de cobardes, pero no pierdo la esperanza de pensar que una sociedad más justa es posible, aunque me parecería más probable si en cada plaza del pueblo se instalara una guillotina a estrenar por quienes hacen méritos de sobra para perder la cabeza…