Enrique Vazquez Oria

Funcionarios como Dios manda…

A muchos les parecerá raro el título, pero sí, así es, ayer por la mañana trasladé mis virus a la Consejería de Vivienda de Sevilla, enclavada en un entresijo de calles que se hacen laberinto. Fui por aquello de actualizar los papeles del nuevo alquiler que pago como buen cristiano. Igual se acuerdan, Zapatero dijo que me pagaría el piso, aún estoy esperando. Pero por si acaso tengo mis papeles al día, no vaya a ser que un día se equivoquen y me tomen en serio.
Después de una hora esperando numerito en mano, la maquinita me indicó que era mi turno. Esperaba encontrarme un tío de esos carca, con bigote y chaqueta de pana, mosqueado por estar fuera de tiempo atendiéndome, pero nada más lejos de la realidad. Allí encontré una chica joven, no muy guapa pero arreglada, con un lenguaje corporal que invitaba a preguntarle cada duda que tuviera. Atendió cada palabra, me buscó los papeles que me faltaban, me ayudó a rellenarlo, y le dio tiempo a soltar un chascarrillo simpático entre medias. Yo, casi por devolver el interés, le pregunté si estaban muy liados con la ideita del gobierno. Puso cara de espanto y me comentó lo difícil de tratar con gente que le cree culpable de su situación, estando como están, desbordados. Pues eso, me dio la mano, le devolví el chascarrillo, sonrió, me devolvió los papeles y acabó mi turno. Y salí por la puerta bien contento, y pensando que muchas veces, el cliente no tiene la razón. Chapeau por ti, funcionaria!, porque funcionas…